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sábado, 14 de mayo de 2011

UNA DE MIS MEJORES PAJAS

Soy un chico de 25 años, que desde que descubrí el placer del sexo no puedo vivir sin él. Mi primer contacto con el sexo fue como el que supongo tiene la mayoría de las personas: una masturbación y les paso a relatar una de las mejores pajas que me he hecho, aprovechando como otras veces una ausencia de mis padres.

Eran las 3 y media de la tarde y mis padres iban a irse al pueblo toda la tarde. Mientras comían yo estaba en mi habitación excitándome ya con las revistas que tenía en ese momento: Penthouse, Hustler y otras de inferior calidad, pero no de interés. Estaba planeando en cómo masturbarme esa tarde; disponía también de dos cd s con algunas de las mejores escenas de las últimas películas porno que salían al mercado. Pensaba ponerlas en el ordenador. El plan no terminaba de convencerme, por que ya lo había hecho otras veces y la calidad de imagen no era buena. Entonces caí en la cuenta: en el videoclub de al lado había abierto una sección X. Bajaría a alquilar una película y la vería desnudo. Resuelto el problema esperé a que llegasen las cinco de la tarde, para que abriesen. También a esa hora mis padres saldrían de casa para ya no volver hasta las diez de la noche, por lo menos.

Con la excusa de hacer una fotocopia salí de casa a la vez que ellos; no quería perder el tiempo y aprovechar al máximo toda la tarde. En estas situaciones, en anteriores pajas, lograba estar masturbándome durante algunas horas; la media eran dos. El secreto es parar cuando te vas a correr durante uno o dos minutos; no baja la erección, pero si el nivel de excitación, y es más fácil durar más.

Alquilé una película de una maciza rubia con el sugerente nombre de Servicio de Azafatas, pero no azafatas de avión….

En cuanto llegué a casa lo primero que hice fue cerrar la puerta con llave para evitar interrupciones, fui a mi habitación y saqué nuevamente las revistas para empalmarme y limpiarme la polla. Una vez que tuve el miembro a punto me desnudé, no dejando ni siquiera el reloj, únicamente lucía mi erección de 18 centímetros de pene, en este estado me dirigí al salón con la película y las revistas, metí la cinta en la vídeo y mientras arrancaba limpié la mesa para abrir el mayor número posible de revistas. Antes de la película aparecieron los indefectibles trailers de otras producciones, donde ya se podían ver buenas escenas sexuales. Al haber dejado de estimularla, mi polla perdió un poco de potencia, pero con esas imágenes volvió a crecerse. Según abría las revistas buscando las páginas más excitantes comenzó la película con los títulos de crédito y demás.

Así que me encontraba sólo en casa, desnudo en el salón, con la mesa llena de tías en bolas enseñando lo más posible el coño o siendo este perforado por alguna verga, y una película porno en el vídeo. Me puse los cascos; quería escuchar todo con el m&aacut para disfrutar a tope. Qué sensación subía por la espalda hasta mi cabeza, eran como pequeños orgasmos, y a punto estuve de correrme cuando vi la lechada que cayó sobre la cara de la rubia, pero detuve mi mano justo a tiempo. Para lograr ver la película de un tirón daba un pequeño paseo por la casa después de cada polvo que hacían en la película para relajar la excitación, pero nunca bajó le erección.

Nunca me la había medido, así que aproveché uno de los descansos para hacerlo: 18 cm.; las chicas me dirán si es grande o pequeña.

La película era muy buena. Por fin veía una porno que no tenía esa horrible música de ambiente que no deja escuchar a los folladores cómo lo disfrutan.

El argumento era casi nulo, cosa que se agradece en estos casos. La rubia era la madame de un servicio de putas (perdón, azafatas) a domicilio.

Estaban todas buenísimas y realizaban muchas técnicas eróticas. Por supuesto en todos los polvos no faltaba un cunnilingus ni un buen francés. Luego alguna se dejaba dar por el culo, otra hacía una cubana,… Era fantástico, y mientras ellas jugaban con las pollas de sus amantes, yo hacía lo propio con la mía. Cuando no me agarraba la polla, la frotaba contra la parte baja de la mesa

, me tiraba en suelo bocabajo y simulaba un coito… Pero bien es cierto que lo que más hice fue pelármela con la mano, y de varias maneras.

Sentado en el sofá o en una silla dejaba los huevos colgando fuera del asiento, para ganar más terreno a mi zona sexual. Según aumentaba la excitación mayor era mi calor, y al igual que sudamos todos en estas situaciones ante el desgaste físico que provoca, la polla también suda , pero no sudor… El exceso de líquido lo limpiaba antes de que gotease con la mano, y luego lo extendía nuevamente sobre la polla, para que estuviese húmeda más tiempo, porque así resbalaba mejor mi mano y podía aguantar más el orgasmo. Si la verga no había producido bastante líquido tenía preparada una botella de agua, además de mi saliva. Para ganar en realismo, cada vez que en uno de los cortes el tío se la metía a la chica yo humedecía mis manos, hacía un túnel con una de ellas y encajaba mi polla empezando por el capullo y rápidamente la deslizaba hasta la base. Cuando terminaba el recorrido, sin solución de continuidad, hacía lo mismo con la otra mano, para así simular el coño de la tía. Cuando las manos se secaban y el ejercicio daba demasiado placer paraba para mojarlas otra vez y no forzar el orgasmo.

De este modo, y con los descansos después de cada polvo, conseguí terminar de ver la película. Habían pasado dos horas y algo más desde que metiese la cinta en la vídeo y todavía conservaba mi erección, pero mis huevos me dolían. Tanto aguantar el semen, pues estuve a punto de correrme tres veces, dejaba secuelas, pero ahora la corrida sería mejor.

Respiré hondo y me agarré la polla nuevamente, pero esta vez sería la definitiva. Observé todo el plantel de bellas mujeres que tenía delante y sus respectivos coños, que tan gustoso hubiese taladrado en ese momento.

¿Qué debían de sentir aquellas mujeres al hacerse unas fotos, que bien sabían ellas, iban destinadas para el placer solitario del hombre?, pensé.

¿Las gustaría saber que muchos hombres se corrían viendo su coño? Mi mano recorría todo el largo de la polla, que se encontraba algo húmeda. La respiración se me entrecortaba y subía mi temperatura. Mis cojones rebotaban al vaivén del frotamiento de mi p expulsiones de blanca leche salieron de mi polla, pero como no puedes controlar la potencia de tu orgasmo, alguna que otra fue a parar al suelo y otras a las revistas. Mientras me corría no dejé de meneármela para apurar del todo el placer. En la puntita quedaron algunos restos de la corrida que limpié con un poco de papel de cocina. Eran las 7 y cuarto de la tarde cuando terminé mi masturbación. Nunca había logrado terminar de ver una película porno sin correrme, por fin lo conseguí. Cuando iba a vestirme y a recoger me acaricié suavemente el pene a ver como reaccionaba; estaba muy suave. Era pronto, mis padres vendrían más tarde de las diez, tenía los cd’s con vídeos porno y fotos muy fuertes, además de Internet… Nunca lo había echo, pero ese día me decidí. Volví al salón y no recogí nada, encendí el ordenador. Me iba a hacer otra paja, así que volví a empuñar mi polla para ponerla a punto; no tardó mucho, la verdad. Ahora intentaría ver todos los cortes de los cd’s, las fotos y entrar en algunas páginas eróticas de la red. Dicen que cuando te has corrido una vez, a la siguiente, si es en poco tiempo, logras aguantar más; estuve masturbándome hasta las nueve y media.

Me vestí después de eyacular por segunda vez y recogí todo el material. Me puse a hacer la cena. A las once y cuarto de la noche llegaron mis padres.

..¿Qué has hecho tu sólo, hijo?- , me preguntaron al llegar.

-Nada. Ver un poco la tele y conectarme a Internet- -¿Por lo menos te habrás entretenido? -¡Claro!-Si realmente supiesen lo bien que lo pasé…

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