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lunes, 9 de mayo de 2011

EL DIA QUE ME HICE RICO

Era el mes de agosto y hacía un calor insoportable, veía una película porno y me encontraba bien caliente no más de estar viendo aquellas escenas tan eróticas, la pija la tenía bien tiesa y me estaba pajeando, en esto estaba cuando volteo a ver a mi alrededor para cerciorarme que no me veía alguien más, de repente veo un paraguas de los que se usan hoy día, redondito, de unos 15 centimetros de mango o empuñadura, y con un diámetro de 3.5 centimetros, además para que no se te suelte está como ondulado a lo largo de los 15 cms., como si fueran canicas anales.

Me pregunté y que tal si me doy una doble satisfacción, me sigo pajeando y me meto el paraguas por el trasero, sin pensarlo mucho verifiqué que nadie en mi casa estuviera despierto, regresé a mi cuarto y saqué el pomo de vaselina y embadurné mi paraguas a todo lo largo y ancho, también me puse vaselina en el culo para que se me resbalara y no me doliera tanto al ensartarme yo solito.

Seguí viendo la película volviéndome a calentar con una paja sabrosa, después de un rato de chaquetearme la verga, recargué el paraguas en la pared y me lo acomodé en la entrada del ano, lo sentía bien gruesote y empecé a empujarme, pero como estaba cerradito le tuve que ayudar, con mis manos agarré mis nalgas y las abrí tanto como pude, entrando con alguna dificultad la punta del paraguas, me imaginaba yo una tremenda tranca que quería perforarme las nalgas, hasta que el esfinter comenzó a ceder ante aquella cabeza de verga tan rica.

Me iba haciendo para atrás clavándome la mitad del paraguas en el culo, sentía que me partía en dos mi culito, me quedé así un rato y continué pajeándome, ya más caliente me ensarté solito todo lo que quedaba de aquellos 15 centimetros de empuñadura imaginándome que era una vergota la que tenía dándome por atrás, yo jadeaba de chaquetearme y ensartarme, diciéndole al paraguas, métemelo más papacito, dámelo todo, quiero tu verga hasta los huevos, ándale dale ahí, ya métemelo todo.

Al no poder manipular el paraguas a mi antojo se me ocurrió dejarlo entre la base del colchón y el colchón y así lo hice, cuando intento sacarme el paraguas de mi culo como que me dolió más que a la entrada como si no quisiera sacármelo y seguir bien ensartadito, lo puse como había pensado y dejé como 40 centímetros por fuera del colchón, estaba bien encueradito, me puse de rodillas por delante del paraguas, me empiné a modo de hacer línea recta con el paraguas y mi cuerpo a modo de que al ensartarme de nuevo no estorbara nada entre aquella verga y mis nalgas.

Otra vez a la entrada sentía dolor porque el esfínter se volvió a cerrar, me agarré las nalgas de nuevo y me las abrí todo lo que podía cediendo el esfínter al paso de aquella verga tan rica, ahora estaba en cuatro patas gozando de esa verga descomunal, me la metía y me la sacaba a satisfacción pues me quedaba cabalmente a la altura de mis nalgas, llegaba casi a la entrada y me la volvía a clavar toda, estaba tan caliente que del pene me salía el líquido preseminal.

Que cogida y venida me estaba dando, le decía a mi pito, dame por el culo papacito, la quiero hasta adentro de mí, ya dámelo todo, párteme el culo, que vergota tienes cabrón, la quiero toda en mi mis nalgas, ándale papacito métemelo todo, estaba tan caliente que me lo metía y me lo sacaba a toda velocidad, en cada metida yo apretaba las nalgas tanto como podía para que las ondulaciones del paraguas me dieran más satisfacción, y a la salida abría mi culo para gozar con la entrada.

En eso estaba cuando empecé a sentir las contracciones de la venida acelerando más la pajeada y la autocogida que me estaba dando, a los pocos segundos estaba yo aventando chorros de leche por mi tranca y en el extasis de la venida me ensartaba todo el paraguas en el culo, que dicha y que placer, estaba yo a mil de gozo y sexo, que d

eliciosa venida y que rica cogida me daba yo solito.

Una vez que terminé de venirme me apreté la verga para sacarme toda la leche que quedara en mi garrote, después pensándolo muy bien me fui sacando aquella tranca de mi culo con mucho cuidado para que no me fuera a doler a la sacada, pero no fue así, con cada ondulación del paraguas, el culo se me abría y cerraba gozando con la parte chica y sufriendo con la parte ancha.

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