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martes, 24 de mayo de 2011

Autosatisfacción extrema

Hay una frase, atribuida a Woody Allen, que dice: "Masturbarse es como hacerle el amor a la persona que más quieres". Y tal afirmación es una gran verdad. Yo siempre he sido un gran masturbador y creo que, a mis años y en este terreno, hay pocas que desconozca de la vida.

Para empezar diré que, siendo muy niño, (aún no tenía los 3 años), un primo nuestro solía masturbarse delante de mí. El no me tocaba, pero me dejaba ver cómo masajeaba su pene erecto, del cual brotaba algo blanco que yo no sabía lo que era. Mucho tiempo después, (creo que a los 7 ú 8 años), supe que aquella especie de líquido espeso, pastoso y blanco, era semen, aunque vulgarmente se le llamaba leche.

Yo comencé a masturbarme desde muy pequeño, pero obviamente, de aquellas masturbadoras sesiones, nunca salía nada. Fue mucho después, (alrededor de los 13 ó 14 años), cuando empecé a notar que ese pegajoso y espeso líquido que tanto ansiaba obtener, también salía por la punta de mi pene. Y fue durante unas experiencias con dos primos míos, (ellos eran hermanos), entre cuyas edades me encontraba yo. El mayor era el más experto y el que nos orientaba sobre aquellas técnicas masturbatorias. Pero en esto, como en todo, es la experiencia la que te va indicando cuales son los mejores métodos a seguir.

Cuando me volqué de lleno en esta afición fue a partir de los 17 o 18 años. Por entonces yo me encontraba estudiando fuera de casa, en la capital, y me alojaba en una pensión particular. Lo que en la época era conocido como una Casa de Huéspedes. Yo compartía habitación con un hombre bastante mayor que yo, que estaba a punto de casarse. Pero entre tanto residía en aquella pensión. Así pues, yo tenía pocos momentos de privacidad, pero cuando podía hacerlo, los aprovechaba al máximo.

Recuerdo que me gustaba quedarme completamente desnudo en la cama, con las piernas muy abiertas y comenzaba a masajear mi polla hasta ponerla erecta. Al principio solo eran los típicos movimientos arriba-abajo, parando de vez en cuando para no venirme enseguida. Pero luego, fui descubriendo maneras de hacerlo y lograr el máximo placer.

En muchas ocasiones, además de la manera clásica de hacerlo y en esa posición, (desnudo y con las piernas completamente abiertas), pasaba mi mano por debajo de mis muslos hasta alcanzar mi polla. Así, por debajo del muslo, me masturbaba a placer al tiempo que metía en mi mano, un dedo lubricado de la otra mano. Siempre que iba a llegar al orgasmo, paraba y luego seguía; otra vez paraba, porque así el placer final era mucho mas intenso; un gusto enorme que me dejaba totalmente agotado. Pero el gusto que sentía con estos ejercicios era cada vez mayor y no podía dejar de hacerlo. Algunos días, muchas veces.

He leído en alguna ocasión que masturbarse mucho puede llegar a agotar el semen. Es una creencia absolutamente falsa. El semen, al igual que la leche de las madres, se regenera rápidamente y cuando más lo haces, más y más leche producen. Con el esperma pasa igual y cuando uno se masturba mucho, la producción seminal va en aumento. Sin embargo, el sentido se invierte si dejas de hacerlo. Cuanto menos lo haces, parece como si las hormonas se aletargaran y dejas de producir tu propio semen hasta extremos insospechados. Esa es al menos la experiencia que yo tengo. Pues, durante toda mi vida he sido un gran masturbador, y cada vez tenía más producción de esperma.

Pero, siguiendo con el tema de la pensión, las camas de aquel cuarto estaban a ambos lados de aquella pequeña habitación, de forma que uno de los lados de cada una de estas camas, estaban pegadas a la pared quedando un pasillo entre las dos. Y un día se me ocurrió cruzarme encima de mi cama, subiendo mis piernas sobre la pared y haciendo que mi pene quedase sobre mi boca, pues mi intención no era otra que hacerme una autofelación.

No era fácil encontrar la posición adecuada, pues debía subir mis piernas por la pared, para, finalmente inclinarlas hacia mi y poder colocar mi verga sobre mis labios. Las primeras veces parecía imposible, pero conforme fui adquiriendo práctica, la proximidad entre mi polla y mi boca era cada vez mayor. Por una parte, en aquellos años aún podía permitirme esos pequeños ejercicios casi de contorsionista y, por otra parte, mi rabo estaba muy bien desarrollado, lo que permitía que, al menos mi capullo, pudiese entrar completamente en mi boca.

Aquello era una auténtica gozada, pues chupaba y chupaba mi propia verga, parando en los momentos próximos al clímax, y logrando un gran placer. Por supuesto, tenía que parar de vez en cuando para no venirme enseguida, pues eso acortaba bastante la sensación placentera, pero cuando reanudaba las succiones, de nuevo sentía un gusto enorme en la punta de mi rabo erecto.

Cuando por fin me dejaba llevar hasta el final y me corría, un chorro de semen pegajoso y blanco me llenaba mi propia cara, lo que aumentaba todavía más el placer. Esas prácticas las hacía siempre que podía permitirme un rato de intimidad, pues repito, aquella habitación era compartida con un hombre hétero y éste estaba próximo a contraer matrimonio. Afortunadamente para mí, nunca me pilló "in fraganti".

En ocasiones, yo mismo rompía -a propósito- uno de los bolsillos de mis pantalones, y me masturbaba en cualquier parte; en el autobús, en el cine, en el trabajo o donde tenía ocasión de hacerlo a través del bolsillo roto. En más de una ocasión, esperando en la consulta de un médico, yo me he masturbado tranquilamente sin que los demás se dieran cuenta. Por supuesto, eso no es tan placentero como hacerlo agarrando bien la polla, pero el morbo también tiene su "aquel"

Por otra parte, quiero decir al lector/a, que la máxima satisfacción en este terreno nunca me la han proporcionado otras personas. A pesar de que muchas veces me han masturbado. el placer máximo solo lo he encontrado haciéndomelo yo mismo. Uno mismo es quien controla mejor, quien mejor conoce su propio cuerpo, quien mejor conoce sus sensaciones y el ser masturbado no tiene nada que ver con la autosatisfacción que uno mismo pueda darse pajeándose a placer.

En ocasiones, en los baños públicos de grandes superficies, se me han puesto a orinar hombres de todas las edades, que al ver mi miembro, han querido tocarlo y masturbarme. Muchas veces me he dejado hacer y he hecho yo lo mismo con ellos; me han hecho felaciones que me han encantado… Recuerdo que en cierta ocasión, entrando yo a comprar a una de estas grandes superficies, se me quedó mirando un hombre maduro, calvo, delgado y bien proporcionado de cuerpo. Yo también le mantuve la mirada morbosa que el me estaba dirigiendo, pero no me atrevía a pensar que llevase intenciones sexuales conmigo. Aunque debo admitir que me "ponía" bastante pues siempre me han encantado los calvos. Además, dicen que son los más grandes folladores.

Dí unas cuantas vueltas intentando esquivarlo, pero siempre me lo encontraba a mi paso, mirándome con cierto descaro. Finalmente le hice una pequeña indicación y él me siguió hasta los aseos de aquellos grandes almacenes. Una vez allí me dijo que yo le gustaba mucho y que tenía muchas ganas de chupármela y masturbarme. Yo en principio me negué, porque cuando me hacen eso, me gusta estar bien limpio y aseado y en aquellos momentos no había tenido ocasión de lavarme la polla, pero él insistió mucho diciendo que le daba mucho morbo comerse una verga con sabor y olor fuertes. Tanto me insistió que le ofrecí mi polla y él se volvía loco chupandomela y masturbándome, al tiempo que él también se masturbaba mientras jugaba con mi verga. Tan excitado estaba yo que me corrí enseguida y él hizo lo mismo al ver botar mi leche sobre su cara, pues él así lo quiso.

Pero, me pareció muy arriesgado este tipo de contactos, pues una persona a la que le gusta comerse las pollas sucias, no merece garantías de higiene y asepsia, así que esta fue la primera y la última vez que lo hice en unos baños públicos.

Pero, volviendo a la autosatisfacción, que es el fin de este relato absolutamente real, diré que, entre las muchas maneras de masturbarme que he tenido a lo largo de los años, una de mis preferidas ha sido en el baño. Concretamente en la bañera, llena de agua, dejando solamente la punta del pene o capullo fuera del agua. Previamente había atrapado una mosca, a la que había cortado las alas y, cuando estaba inmerso en el agua del baño, colocaba la mosca sobre mi capullo. No podéis imaginar el gusto tan enorme que se siente cuando la mosca, (que no puede volar), comienza a dar vueltas sobre el capullo totalmente excitado. La sensación es maravillosa y comienzas a sentir un cosquilleo que te recorre todo el cuerpo. Una sensación maravillosa, superada únicamente por otra modalidad de masturbación que ahora os contaré.

En esa situación y, con la mosca dando vueltas sobre la cabeza de mi polla, llega un momento en que no puedes aguantar mas y, finalmente, tu capullo comienza a expulsar semen con grandes sacudidas que te dejan exhausto y sin fuerzas. Si no lo has probado, te recomiendo que lo intentes. Verás que sensación de placer.

Finalmente y, para terminar, os contaré la definitiva; es una manera que, aunque no está inventada por mí, creo que muy pocos conocen: Consiste en agarrar el pene erecto con una mano, dejando descubierto el capullo. La otra mano, bien lubricada, debe ejercer una presión giratoria sobre el glande, como si estuvieses atornillando un tornillo con un atornillador, al tiempo que ejerces una suave presión sobre el capullo lubricado.

Este es un ejercicio que requiere cierta práctica y habilidad. Al principio no sientes nada, pero debes seguir; seguir presionando con la mano bien lubricada, sobre el capullo, al tiempo que la giras. Una, y otra, y otra… así sin parar… Como digo, al principio parece un ejercicio inútil, pero luego tiene su recompensa. Llega un momento en el que sientes un leve cosquilleo que te recorre toda la espalda, desde e cuello hasta el culo. Pero tienes que seguir… Si ves que te vas a correr, debes parar, pues el éxito de la "operación" consiste en retrasar al máximo la eyaculación. Cuando te has relajado un poco, debes seguir con el ejercicio, presionando y girando la mano sobre el glande o capullo, y seguir… seguir… seguir. De nuevo, cuando estés al borde del clímax, debes parar, ya que el resultado final así lo requiere. Cuanto más tiempo retrases la "corrida", mejor será el resultado.

Finalmente, cuando después de varias paradas y contenciones eyaculatorias ya no puedas mas, debes dejarte ir, sin acelerar para nada, pero siguiendo, sigue, sigue, sigue… Esta vez déjate llevar y sigue. Sentirás el orgasmo más largo que jamás hayas imaginado. Y tu leche botará con tal fuerza y cantidad que tú mismo quedarás asombrado. Y repetirás.

Esta es la forma más habitual de masturbarme. La recomiendo, pero has de tener en cuenta que la primera vez no quedarás satisfecho. Este ejerció requiere práctica y constancia. Así tendrás unas "corridas" maravillosas.

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