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martes, 31 de mayo de 2011

Mi gran placer

Tengo 25 y desde los 13, me gusta meterme cosas por el ano, ya he probado de todo, desde mango de cepillos hasta los mas gordos frascos de talco, pasando por zanahorias peninos y demas artilugios que encuentro a a la mano.

Todo empieza con una buena limpieza del ano, (basta con una ida al baño), luego cojo mi consolador de turno, ayer fue mi talco de 7 ctm de ancho, y luego le aplico una untada de aceite, y poco a poco lo voy metiendo hasta que se hunde todo, es el placer mas delicioso del mundo, mi ano ya esta muy ancho que si meto algo con menos diámetro no me resulta igual tiene que ser algo bien grande y gordo para que me haga delirar, y mientras todo eso pasa me voy masturbando hasta casi la inconciencia.

Ya no puedo dejarlo, es un placer que me ha enviciado. Todos los dias llego del trabajo, y a hacer gozar mi ano, realmente no le doy descanso, ver luego después de una hora intensa de mete y saca, como se desborda los musculos del recto por el ano, un gran prolapso que lo unico que hace es excitarme mas y buscar algo mas grande para satisfacer mi ano vicioso.

No pienso dejar esto nunca, ahora mismo tengo un gran consolador atravesado desde hace tres horas, voy a batir record, quiero ver mi ano completamente abierto, un gran hueco en el abismo. Esa es mi felicidad.

viernes, 27 de mayo de 2011

Un Hombre Solo

Me sentía ansioso, mi cuerpo estaba sudado y deseoso de sentir placer, me revolcaba en mi cama queriendo sentir el calor de una hembra sedienta de goce, igual que yo, pero estaba solo.

Tome mi almohada y la rocé contra mis partes íntimas, mi rigidez era tan grande, que no podía hacer más que acariciarme, recorrí mi cuerpo, despacio, mis manos, aunque torpes, me satisfacían plenamente y en mi mente recreaba actos impúdicos de otras épocas, evocando penetraciones profundas y deseos prohibidos.

Puse una película para mayores, pensando en que sería un mayor aliciente para dejar parir mi semilla, mis ojos se clavaron en aquellas escenas y me sentí partícipe de aquellos actos, mis ganas crecían a medida que observaba el televisor y escuchar los gemidos de la protagonista me electrizaba.

Recorrí mi pecho frondoso y mis pezones pequeños, me seguí revolcando entre mis sabanas, pero no era tiempo de llegar hasta mi integridad, quería alargar aquella sensación profana y mis manos se instalaron en mi pubis y en mis testículos, sabía lo que quería, por eso, cada uno de mis movimientos eran en forma circular y pausada, sin apuros, sin contradicciones y sobretodo, con mucha decisión y fina hombría.

Mi acto solitario me estremecía, mi boca estaba sedienta por sentir los besos de alguna musa, seguí dando fuertes empujones en mi almohada y en mi cama, estaba enloquecido, ardiente, observando lujurioso mi película favorita, mi respiración era acelerada y mis manos, se acercaban cada vez más a mi garrote.

Sin poder aguantar más, lo tome con mis dos manos, de su tronco, recorrí cada centímetro de él con fuerza, tenia ganas de morir en mi acto, por eso, comencé dándole a mi fuerza, una cadencia palpitante, en principio lenta, pero que se fue acrecentando cada vez más, escuchando y viendo a mis actores.

Me aferraba de mis testículos y de mi virilidad y frotaba tan fuerte como podía, mi ansiedad por derramar mis caldos era inmensa y sentía en mis manos los chorros que manaban vívidos por su cabeza, mi cuerpo sudaba y me sentía a punto de desembarcar mis deseos.

-Mmmmm, ahhhhhh, que rico- era lo único que pronunciaba.

En mi estomago sentí que mi tiempo estaba a punto de llegar y sin pensarlo aumente enloquecido mi ritmo, en el televisor, los actores ya lo habían hecho de mil formas diferentes y yo solo quería estallar, saciarme, sacarme todas las ganas de regar mis sabanas y talvez mi cama completa, con mi leche, subí el volumen a la televisión y me fui raudo al orgasmo.

Con mi mano pegada en mi integridad me conduje seguro y feliz al encuentro de mí sed saciada por mis manos, mis testículos estaban inyectados de toda mi osadía, por eso, frote y frote tan fuerte como pude, hasta que por fin, sentí ese choque eléctrico que tanto esperaba, que se me presentó en la punta de los pies y que estalló en mi cabeza, y en mis sabanas blancas.

-Uffffff, que satisfacción- dije sin pensar.

Me quede un momento tirado entre mis fluidos, el olor que mana de ellos es algo que me agrada, luego de un rato me reincorporé y decidí que era hora de salir a buscar una amante, si bien, mi goce fue increíble, no hay nada mejor que estar en compañía, pensé, al volver a sentirme insaciable.

Duelo de pajas

La historia que os voy a contar sucedió hace veinte años, cuando yo tenía catorce. Había empezado a pajearme a los doce, con mi primo y unos amigos suyos. Ellos tienen dos años más que yo y, por aquél entonces, y ya lo hacían con regularidad. Me enseñaron muchos de los trucos que hay que saber para pasar un buen rato utilizando la mano. Otros los aprendí de colegas y de mi propia experiencia. Al fin y al cabo, en esto de hacerse pajas cada uno vamos descubriendo la manera y el ritmo que mejor nos va y nos da más gusto, con la práctica. Desde aquella primera vez -que ni que decir tiene que fue una experiencia alucinante- le cogí el gusto y comencé a hacérmelas casi todos los días. Era raro el día en que no caían dos, o incluso tres, dependiendo de lo caliente que estuviera. Muy a menudo, acudía a casa de mi primo para que lo hiciéramos los dos juntos. A los pocos meses él incluso me pidió que empezáramos a hacérnoslo el uno al otro, a lo que accedí sin poner ninguna dificultad pues me excitaba mucho pensar el placer que podíamos proporcionarnos mutuamente. Además, mi primo me dijo que él y sus amigos ya lo venían haciendo desde hacía mucho tiempo y que la experiencia valía la pena. Cuando éstos se unían a nosotros (lo que sucedía bastante a menudo) incluso solíamos colocarnos en círculo, para que hacernos la paja los unos a los otros fuera más fácil y cómodo.

Alguna que otra vez, aunque no demasiadas, incluso jugamos a la galleta. Ya sabéis cómo va eso, ¿no? Uno se coloca, con sus colegas, alrededor de una galleta y se la empieza a cascar. Cuando se corre, procura hacerlo encima de ésta. El último que se va, tiene que comerse la galleta bien empapadita con la lefa de todos. ¡Una vez casi me toca a mí! Mi primo se había corrido el primero, y el muy cabrón estaba tan caliente que, me acuerdo perfectamente, que echó unos lefazos de impresión. Después se había ido un colega de mi primo, que se llama Luis. Así que ahí estábamos Pablo, el otro amigo de mi primo, y yo, dándole a la mano todo lo rápido que podíamos, despellejándonos, casi, las pollas, locos por ser el próximo en correrse y evitar, así, tener que comernos la galleta. Es muy jodido meneársela así. Con la presión de ir contra reloj la cabeza hace que se te bloquee el rabo y no hay forma de relajarse para poder llegar al orgasmo. Luis y mi primo se reían, viéndonos, y apostaban a ver quién perdería mientras se acariciban cada uno la polla del otro. Yo miraba a Pablo y veía en su cara -desencajada de placer, mientras no dejaba de gemir- que estaba casi a punto. Con su mano izquierda, se estrujaba y sobaba los huevos mientras con la derecha agitaba a toda leche su rabo, buscando eyacular de una vez. Afortunadamente, en ese momento, Luis le pidió a mi primo que le magreara el pecho porque el vernos a Pablo y a mí meneádonosla, junto con las maniobras a las que mi primo estaba sometiendo a su polla, estaban empezando a hacer que se pusiera caliente otra vez. Cuando ví cómo mi primo se giraba hacia su colega, y le acariciaba primero y pellizcaba despúes, tras haberse ensalivado bien dos de sus dedos, uno de sus pezones me puse tan cachondo que, en un instante, mi polla se agitó, sujeta en mi mano derecha, y sentí que me corría. Justo cuando me inclinaba sobre la galleta y mi primer chorro de leche la alcanzaba, Pablo empezó a chillar como un salvaje e hizo lo propio, incapaz ya de contenerse por más tiempo. Mi primo y Luis se rieron, sin dejar de sobarse los rabos mutuamente, y dictaminaron que, aunque por poco, yo me había salvado. Así que a Pablo no le quedó más remedio que tragarse una buena ración de semen. ¡Pero fue por un pelo, os lo aseguro!

Apenas Pablo terminó de comerse como pudo la galleta y nos enseño la boca, bien abierta para que todos pudiéramos comprobar que no había hecho trampa y, en efecto, se había tragado toda nuestra mezcla de leches por completo incluyendo la suya (y ésta no había sido poca, pues había tenido una buena corrida, de lefa bien espesa, también) empezó a tener unas arcadas muy fuertes y tuvo que salir corriendo al baño. Le seguimos todos, a carcajada limpia, y vimos como, arrodillado delante de la taza del wáter -a donde casi no le dio tiempo a llegar-, vomitaba hasta la primera papilla que había tomado.

Ése fue el fin de nuestras experiencias con la galleta. Al menos en grupo. Porque mi primo y yo seguimos jugando, alguna vez que otra, incluso hoy en día cuando, para no perder la costumbre, quedamos para masturbarnos juntos en ocasiones. Y sí, muchas veces he perdido yo, si tenéis curiosidad por saberlo. Lo que pasa es que a mí me gusta la lefa -me parece que fue a la quinta paja que me hice, cuando sentí curiosidad por ver a qué sabía aquel líquido blanco que tanto placer me daba el obtener y que, (por lo que tenía entendido), tanto le gustaba a las tías, y la probé después de correrme. Me encantó saborear todo lo que había echado, ahí calentito, en mi boca antes de tragármelo- y no me importa comérmela. Eso siempre es una ventaja, ¿no?

La cosa es que había que empezar a buscar un sustituto para ese asunto, porque eso de jugárnosla, echando emoción a la paja, nos iba. Afortunadamente pude descubrir lo que necesitábamos un día, con mis compañeros de clase. Mi grupo era muy gamberro -nos castigaban a menudo, por las que armábamos en clase- y pajero. La solución vino un día en clase de gimnasia. Era invierno y estaba lloviendo a mares, con lo que no podíamos salir al patio para recibir la clase. Lo que era una maravilla, porque nuestro profesor era un maniático del ejercicio y nos solía pegar unas palizas de primera categoría. Se pasaba mucho el tío. En ocasiones como ésta nos dejaba en los vestuarios, organizados por grupos, con el encargo de que fuéramos haciendo diversas series de ejercicios: Flexiones, volteretas, abdominales, el balón medicinal... En fin, supongo que ya sabréis cómo va eso. Después, se iba a su despacho, que estaba al fondo de los referidos vestuarios, y se olvidaba de nosotros hasta que, pasado un tiempo, volvía a la carga para cambiar las series de trabajo. Ni que decir tiene que, aprovechando nuestra suerte, nosotros pasábamos de él y nos dedicábamos a charlar o pajearnos. Lo teníamos montado de puta madre. Uno de nosotros se colocaba junto a la puerta para vigilar al tío, en plan disimulado, y otro, tumbado sobre la colchoneta destinada a soportar nuestros esfuerzos, estaba preparado para, cuando el colega que estaba vigilando avisara, comenzar a hacer uno de los ejercicios ordenados y que, de esa manera, pareciera que nos dedicábamos a cumplir fielmente las órdenes del profesor. Como lo hacíamos por turno, nunca dábamos pie a la sospecha pues, la siguiente vez que pasara éste, se encontraría a otro sobre la colchoneta.

Cada grupo de vestuario se componía de seis compañeros. En el mío, además del sobrino del profesor -hijo de su hermana, si no recuerdo mal-, estaba uno al que llamábamos palo, porque tenía una polla enorme. El mote se lo puso otro compañero un día en que quedamos un grupo para pajearnos juntos -cuyo mote era el pesca, porque su padre era pescadero-, y que estaba salidísimo. Cuando vió lo que tenía nuestro colega entre las piernas, exclamó: “¡Vaya pedazo de palo que llevas ahí, cabrón!” Y con ese mote se quedó. Os aseguro que nunca he visto mayor capacidad para hacerse pajas como la que tenía el pesca. Se empalmaba con lo más mínimo y, al poco tiempo de haberse corrido, ya estaba listo de nuevo para la acción. Mucho antes que todos nosotros incluso. Las tías que se lo monten con él deben de estar como locas de contentas, seguro.

En cuanto el profesor -le llamábamos el lelo- terminó de pasar por los vestuarios y mandar los ejercicios que le apetecían, se encerró en su despacho. Los compañeros a los que les tocaba hacer de vigilante y señuelo ocuparon sus puestos y, como es natural, el pesca propuso que aprovecháramos el tiempo haciendo un ejercicio más placentero que toda la serie gimnástica que había mandado el lelo.

Naturalmente, todos aceptamos su sugerencia sin oponer ninguna resistencia.

El pesca sacó de su mochila -como era la última clase de la tarde, todos las habíamos bajado del aula; así podíamos irnos a casa directamente sin tener que volver a subir a por ellas- una revista porno y exhibió la foto de una tía, con un enorme par de tetas, que tenía las piernas bien abiertas y sostenía con sus manos un gordo cirio que tenía metido en su coño, bien dilatado como lo exigía la situación. Se veía claramente que el pesca ya había “trabajado” sobre la foto, pues cubriendo la página aparecían numerosas manchas de lefa, ya seca.

Nos bajamos los pantalones del chándal y los calzoncillos -todos menos el que estaba vigilando, claro. Ése era el inconveniente del que estaba de “guardia”- y ya empezábamos a sobarnos cada uno nuestra polla, excitados por la contemplación de la foto, cuando el sobrino del lelo propuso que nos la cascáramos de una manera que había aprendido días antes, con un colega de su barrio. La cosa en cuestión se llamaba El duelo. Y, básicamente, consistía en eso: Un duelo, como en el Oeste. Pero, en lugar de revólveres, el arma a utilizar era la polla de cada uno. Te tenías que colocar por parejas, uno frente a otro, y empezar a meneártela. El primero que se corriera, y consiguiera alcanzar con su lefa al otro, ganaba.

Nos pareció bien, nos quitamos las camisetas dejando nuestros torsos desnudos, y lo hicimos. Hubo, además, suerte y al lelo no se le ocurrió interrumpirnos,con lo que pudimos pajearnos a gusto. Aunque he de decir que yo perdí. Me tocó con el palo. Y el muy hijoputa, que llevaba tres días sin hacer nada -según me confesó después, entre risas-, tardó mucho menos que yo en correrse y bañarme el estómago y el pecho con abundantes lefazos, salidos a toda presión del capullo de su enorme pollón. A pesar de todo, mientras me limpiaba con varios kleeenex, yo estaba especialmente contento. ¡Había encontrado sustituto para la galleta!

No tenía ninguna duda de que, tanto mi primo como sus colegas, aceptarían esta nueva forma de paja sin ningún problema.

En cuanto llegué a mi casa, merendé y me puse a hacer los deberes.

Hubo suerte, pues yo tenía muchísimas ganas de poder explicarle a mi primo el descubrimiento que había hecho en clase, y mi madre me dijo que me dejaba sólo un momento, pues iba a bajar a hacer unas compras para la cena. En cuanto salió por la puerta, cogí el teléfono -en aquella época no había móviles aún, a pesar de que, a los más jóvenes, os pueda parecer algo increíble- y llamé a casa de mi primo. Después de hablar un momento con mi tía, nervioso por si ésta se enrollaba y mi madre regresaba antes de que yo pudiera hablar con éste, conseguí que me lo pasara y le expliqué el tema. Él, como yo tenía previsto, se entusiasmó y dijo que llamaría a Pablo y a Luis para ver cuándo podían quedar y echar un duelo, pues estaba seguro de que a ambos les iba a gustar la idea; sobre todo a Luis que, seguro, no iba a poner ningún reparo ya que, en esta ocasión, el reto no incluía que el perdedor tuviese que comerse la leche de nadie.

Cuatro días después, un sábado por la tarde, nos encontramos todos en casa de mi primo. Él nos dijo que no había prisa ninguna, porque su padre y su madre se habían ido de compras y no regresarían hasta pasado mucho tiempo. Yo le creí. Lo de mi tía, con las compras, es así.

Total, que nos despelotamos, en el salón, dejando toda nuestra ropa tirada por el suelo y revuelta una con otra: Camisetas entre vaqueros, calzoncillos y calcetines con las zapatillas de deporte por encima de todo.

Desnudos ya, por completo, los cuatro nos sentamos en el cómodo sofá y comenzamos a acordar las reglas para nuestro juego, a petición de Pablo, para que todos partiéramos con las mismas condiciones y ninguno tuviera ventaja. Yo expliqué, de nuevo, la base del asunto. Luis sugirió que, antes de empezar, todos nos empalmáramos a tope en primer lugar, porque, así, iríamos a la par. Nos pareció bien. Mi primo preguntó si todos nos la habíamos meneado recientemente ya que, en caso contrario, era ovbio que, el que no lo hubiera hecho, partía con ventaja sobre los demás, pues le iba a costar menos correrse que al resto. Yo aseguré que, esa misma mañana, me la había cascado mientras me duchaba. Luis y mi primo dijeron que ellos lo habían hecho la noche anterior. Pablo confesó que llevaba un par de días sin hacerlo, que la noche anterior estaba en ello pero que casi le pilla su padre y se le cortó el rollo sin llegar a terminar, aunque, si queríamos, eso lo podía arreglar en un momento. Le dijimos que por supuesto tenía que hacerlo, pues no queríamos que, en el duelo que íbamos a hacer, ninguno llevara ventaja. Así que Pablo comenzó a masturbarse, mientras los demás le observábamos. Pronto se empalmó a tope, enseñándonos a todos su rabo, de diecisiete centímetros, bien tieso. (Nos las habíamos medido una vez, por curiosidad, así que por eso sé la medida exacta de cada uno). Se agitó unas cuántas veces la polla, sosteniéndola por la base del tronco, y se escupió en la mano. Empezó a darle, fuerte, buscando la corrida rápida. Y debía de habernos dicho la verdad en lo de que llevaba dos días sin pajearse porque, apenas al poco de haber empezado, se arrodilló en el suelo de repente y eyaculó con fuerza sobre él unos buenos chorros de lefa. Mi primo se levantó y fue a por papel de cocina, para limpiar los restos de la corrida.

Después de hacerlo a conciencia, estuvimos hablando de sexo y chicas, por espacio de unos tres cuartos de hora hasta que Pablo aseguró que ya estaba listo para la acción de nuevo. Luis le miró a la entrepierna y los demás le imitamos. Su rabo estaba comenzando a subir, debido a nuestra conversación. Nosotros estábamos, más o menos, en igual situación: Con las pollas medio empinadas.

Terminamos de fijar las normas. Una vez empalmados del todo, formaríamos pareja situándonos como me había enseñado mi colega del colegio: Frente a frente, a dos pasos de distancia para que pudiéramos pajearnos a gusto, sin molestar al otro, y, a la hora de echar la leche, se pudiera alcanzar al rival sin problema.En cuanto a la técnica a usar, quedamos en que no habría limitación. Cada uno podíamos utilizar todo lo que se nos ocurriera para conseguir ganar y duchar con nuestra lefa al rival. Al fin y al cabo, en eso estaba la gracia del juego. Decidimos que Pablo se enfrentaría a Luis y mi primo a mí, lo que, para los dos, constituía un morbo añadido, al igual que en la galleta: Comprobar quién era más hábil y conseguía ganar al otro. Los perdedores tendrían que ingeniárselas para conseguir dinero suficiente y pagar unas putas a los ganadores. Yo confesé, muerto de vergüenza si os digo la verdad, que aún era virgen. Todos se echaron a reír. Mi primo me palmeó en la espalda y me dijo que dejara de ponerme rojo como un tomate, que no me preocupara, que como me iba a ganar, no había problema. “Tranquilo, tío. Cuando me esté follando a la puta me acordaré de tí, ya que me la vas a pagar. Le meteré un buen par de viajes en el chocho, con el rabo, de tu parte y ya está” me dijo.

Luis sugirió que, como habíamos quedado, nos empalmáramos del todo para comenzar el duelo. Acordamos hacérnoslo unos a otros, como os he contado más arriba que teníamos por costumbre.

Así que nos sentamos en el suelo, unos junto a otros, formando un círculo. Pablo, que estaba a mi izquierda, me cogió mi medio tiesa polla; yo tomé la de Luis, que se encontraba a mí derecha, éste la de mi primo y, por último, él cogió la de Pablo. Empezamos a hacernos unas pajas, despacio porque, en esa ocasión, sólo queríamos conseguir que se nos pusieran bien tiesas, no corrernos. Como llevábamos unos años con el asunto, ya nos conocíamos bien y sabíamos qué ritmo nos gustaba llevar más a cada uno, así que no fue difícil que, en poco tiempo y sin tener que darnos demasiadas instrucciones unos a otros, todos estuviéramos con las pollas más tiesas que un pepino.

Cuando estuvimos todos de acuerdo en que estábamos preparados por igual, nos levantamos y nos colocamos como habíamos quedado: Mi primo y yo frente a frente; Pablo junto a mí y Luis al lado de mi primo.

“¿Listos?” Preguntó Pablo. Todos asentimos. Nos cogimos las pollas. “¡YA!” gritó.

Y empezó el duelo.

Me concentré en meneármela lo más rápido posible, buscando una corrida como fuera, y tratando de olvidar que, si perdía, me lo iba a tener que montar muy bien para poder sacarle el dinero a mis padres sin que sospechasen a qué iba a estar destinado éste. Empecé a mover mi mano, a toda velocidad, haciendo que mi polla subiera y bajara, cubriendo mi capullo, redondo y rosadito, cuando iba hacia delante y retirando la piel y dejándolo al descubierto al retroceder. Clavé mi vista en los ojos de mi primo, que no tardó en hacer lo mismo, espiándonos ambos en busca del más leve indicio que nos pudiera dar una pequeña señal de la llegada del orgasmo del otro. A mi lado Pablo jadeaba como un poseso, mientras Luis le aseguraba, con voz entrecortada, que no iba a poder ganarle, que estaba muy caliente y éste le respondía que eso se iba a ver, que tenía los huevos llenos de leche y que se la iba a echar toda encima ya. Los miré de reojo y me excité mucho más de lo que ya estaba al ver cómo se masturbaban. Volví, rápidamente, la mirada hacia mi primo que, con los ojos entrecerrados, mascullaba algo incomprensible mientras con su mano derecha se agitaba el tronco de la polla, arriba y abajo, y, con la izquierda, se magreaba las tetas. Paré un segundo, tan sólo para cambiar de técnica de pajeado. Con mi mano derecha, me acaricié el capullo un par de veces, haciendo salir un buen chorro de líquido preseminal que brotó de mi capullo y me lubricó la mano. Justo lo que necesitaba. Luis, junto a mi primo, se inclinó para escupirse un par de buenos salivazos en la cabeza de su polla. Éstos fueron certeros, y continuó pajeándose a toda marcha. Mi primo iba a toda velocidad. Supe que le quedaba poco para llegar al orgasmo y que tenía que apretar si quería ganar mi duelo particular. Con la mano llena de mi líquido me lo extendí por todo mi rabo, mojándolo bien, formé un anillo con los dedos pulgar e índice e introduje mi capullo en él. Empecé a culear, metiendo y sacando la polla del anillo, como me había enseñado a hacerlo el chino, otro compañero de clase. “Así, es como follar” me dijo. Al mismo tiempo, con mi mano izquierda, empecé a sobarme las pelotas y, con uno de los dedos, a presionarme el agujero del culo con suavidad. Eso me hizo gemir de placer. Pablo, a mi lado, gritó: “¡Mierda! ¡Que no me puedo correr, joder!” Luis le respondió que él estaba a punto y que se preparase. Mi primo, ya cachondo a tope, me dijo que yo estaba perdido, pues iba a echarlo todo ya. Pero, en ese momento, sentí que mis bolas, duras como piedras, estaban llenas a más no poder de lefa y que ésta iba a salir en ese mismo instante. Dejé de acariciarme éstas, tomé el tronco de la polla con la mano y, sin poder contenerme más, gritando: “¡¡Toma leche, primito!!”, hice un brusco par de movimientos giratorios con la muñeca sobre la parte superior de mi rabo, el prepucio y el capullo, y me corrí aullando un “AAAAAAAHHHHHHHHHH” incontenible. El primer chorro, muy abundante, alcanzó a mi primo en todo el estómago, quien paralizó su paja, sorprendido. El segundo que me salió fue igual de espeso y fuerte; le dí de nuevo. Los dos siguientes, fueron de menos cantidad ya. Después de eso sólo salieron unas pocas gotas que resbalaron por el tronco del rabo. Me había vaciado por completo.

“Me has ganado. Joder, primo. Me has ganado”. Repetía mi primo mirándose el torso bañado de mi semen. “El alumno ha superado a los maestros” reí, mientras mi polla se comenzaba a bajar, exhausta después del esfuerzo realizado. Luis y Pablo, sin dejar de pajearse, se echaron a reír y le comentaron, jadeantes, a mi primo: “El enano nos ha ganado tío” y “ha sido el primero en correrse, coño”.

En ese instante, me encaré con mi primo y le pregunté qué pasaba con él. “Tendrás que terminar, ¿no?” Se miró el rabo, tieso en su mano, y se empezó a pajear a toda presión. Yo aguanté frente a él, mirando cómo se lo hacía, hasta que se corrió. Entonces fue su turno para bañarme con su abundante eyaculación. Y vaya si lo hizo.

Pocos segundos después Luis se iba, ganado a Pablo por un escaso margen de tiempo, pues éste se corrió instantes después.

Nos observamos, jadeantes después del esfuerzo realizado. Con nuestros torsos sudorosos y llenos de semen de los otros. Mi primo propuso que fuéramos a lavarnos al baño, cosa que hicimos.

No me preguntéis de dónde sacó mi primo el dinero para pagarme el polvo. El caso es que, a la semana siguiente, Luis y yo acudíamos a una casa de putas donde solían ir mi primo y sus amigos cuando se lo podían permitir. Y, de esa manera, perdí mi virginidad. No se puede decir que fue una experiencia maravillosa, ya sabéis lo que suele pasar en esas ocasiones; pero, desde luego, conseguí meterla y correrme en el coño de la tía. Así que la perdí.

jueves, 26 de mayo de 2011

Para ti

Lo que me hace desear mi esposa, cuando no estoy con ella.

Me desnudé, rápidamente. Me gusta mucho estar desnudo, es muy erótico para mí. Caminé un poco por la habitación tratando de calmarme, pero al caminar, el pene colgante roza con mis piernas así que se para, reclamando mi atención. Tomé un pote de vaselina y me pongo frente al computador, en el que puse un video duro. Me siento frente a la pantalla con las piernas alzadas encima del mueble con lo que el pene apunta a mi cara y mi ano hacia delante. Con la mano izquierda tomo bastante vaselina y la unto en mi glande, con toda la mano, empezando a masturbarme, me aseguro que quede bien resbaloso. Me acaricio los huevos y sigo bajando hacia mi ano que ya está bien caliente. Le echo vaselina y suavemente me meto un dedo. Ahí pierdo el control. Me meto el dedo más fuerte y adentro, me meto otro, y otro más. Pero no cabe el tercero así que me doy con dos, primero lentamente, y después mas rápido, los muevo dentro de mi para estimular todo por dentro. Con la mano derecha, me abro más las nalgas, y me empujo la mano izquierda para que entren más los dedos. Es delicioso. Muy delicioso. Quiero más. Unto el consolador en vaselina y lo voy metiendo poco a poco porque me rompe un poco el ano. Despacio lo meto hasta que no entre más, entonces lo presiono hasta que me duela un poquito. Eso es lo que más me gusta. Que me llegue hasta el fondo. No importa que no sea tan grueso, pero cuando me puya el colon me siento lleno. Con la mano derecha me hago la paja, y con la izquierda me doy con el consolador. Imagino que me la están metiendo duro pero lento, hasta el fondo, halándome las piernas para que entre más profundo. Subo el ritmo y me empieza a arder el ano, entonces lo muevo circularmente para anchar el culo, y me apreto duro el pene. Me lo saco todo, y me lo vuelvo a meter hasta el fondo, todito, cada vez más rápido. Me lo saco y me meto dos dedos, me acaricio las nalgas con ellos untándolas de vaselina. Y me vuelvo a meter el consolador, que no consuela tanto. Lo meto hasta el fondo y le doy rápido y corto para sentirla bien adentro. Apreto el ano y me muevo pidiendo más por el culo. Le doy vueltas, lo saco y lo meto dándome gusto, lo saco y lo meto al tiempo del tipo del video, en el pene, para imaginarme que la estoy metiendo, y en el culo para sentir que me la meten igual. Y me vengo. Mi leche se derrama en mis manos y mi panza. Ya empecé a practicar, tomándomela hasta que algún día me guste. Me la tomo toda y me saco lentamente el consolador del culo. Quiero que me hagas todo esto.

Diferentes texturas para el placer

Darse placer a uno mismo es un verdadero arte y requiere de todo el cuidado y la dedicación para lograr entregarle al cuerpo todas las sensaciones que se merece. Es por eso que recientemente decidí aprovechar una noche de soledad, en la que mi esposa viajó a otra ciudad para ocuparme de investigar sensaciones nuevas y brindarme placer con objetos, olores y texturas que permitieran ampliaran las posibilidades de una masturbación mas allá de la aburrida rutina normal de la mano limpia.

Las siguientes líneas describen las pruebas que realice durante esa noche de placer y cachondez totalmente desnudo sobre la suave alfombra de mi apartamento. Sugiero que, a modo de manual, sigan estos procedimientos y disfruten en casa de estas deliciosas sensaciones, sin límites ni prejuicios y si es en pareja pues mucho mejor.

Filete crudo y fresco:

Lo primero que experimente fue acariciarme con un buen trozo de filete de res, crudo y fresco. Lo saque del refrigerador una media hora antes para que no estuviera tan frio, y cuando sentí que tenía la temperatura perfecta comencé a disfrutarlo.

Comencé deslizándolo suavemente por mis muslos, lo cual me estremeció un poco y comenzó a generarme una erección. Después, lentamente, acaricie mis testículos, aprisionándolos suavemente con el filete. La sensación era deliciosa e indescriptible gracias a la textura del jugoso filete que humedeció toda la zona. Posteriormente deslice la deliciosa pieza de carne por mis nalgas, acaricié la comisura de mi ano y regresé a mi entrepierna para luego subir al pene, que en aquel momento estaba erecto como el mástil de un velero.

Concluí mi exploración carnal en mi pene, tome el filete y aprisione mi erecto miembro comenzando con rítmicos movimientos hacia arriba y hacia abajo. La sensación es comparable con la mejor de las vaginas y muy superior a la que se siente con cualquier masturbador de látex. Me excite tanto que estuve a punto de eyacular pero me detuve a tiempo pues mi objetivo era seguir experimentando texturas, olores y formas.

Azúcar y crema, mucha crema:

Pase de la suavidad del filete a buscar sensaciones un poco más abrasivas, pero sin duda no menos deliciosas. Decidí entonces preparar crema con azúcar, receta con la cual mi esposa exfolia su cutis, e impregnar mi entrepierna, mi ano, mis nalgas, mis testículos y obviamente mi pene, que permanecía erecto y expectante.

Inicie una serie de caricias que me permitieron sentir la textura del azúcar y su suave abrasión sobre mi piel. En mis testículos sentía como la crema disolvía los pequeños granos. Acaricie la comisura de mi ano y sentí el rico cosquilleo de las deliciosas partículas. Acaricie mi ombligo, mi panza, mis ingles, y tome mi pene erecto estimulado por la exquisita tortura del azúcar suavizada por la crema. Nuevamente estuve a punto de eyacular pero me detuve a tiempo, pues mi sesión de experimentación aun no había concluido.

Un baño con sopa de tomate caliente:

Ahora el cambio de texturas y sensaciones sería radical. Había sentido la frescura y suavidad del filete, la abrasión de los granos de azúcar con crema y ahora quería sentir una especie de lava caliente recorriendo mi piel. Procedí entonces a permitir que una deliciosa sopa de tomate que había en mi cocina recorriera mi sexo como lava ardiente que sale de un volcán. Debo primero aclarar que la sopa estaba a una temperatura aceptable, pues soy un inquieto explorador del sexo, no un masoquista. Igualmente tome la precaución de colocar una toalla en el suelo para no estropear la alfombra y correr el riesgo de ser asesinado por mi esposa.

Con un tazón inicie a derramar la sopa roja y espesa sobre mi cuello. Como una corriente de lava el fluido bajo por mi pecho, inundo mi ombligo y llego hasta mi pubis afeitado que permitió que la sopa llegará hasta mi pene que inmediatamente se estimuló con la temperatura y el cosquilleo del líquido. Tome otro tazón y deje caer la sopa desde cierta altura sobre mi pene. Era deliciosos sentir el espeso fluido golpeando mi glande por lo cual repetí el procedimiento varias veces. Me estimulaba mucho el delicioso olor de la sopa, hecha con una deliciosa combinación de especias por lo cual también chupe mis dedos e impregne el círculo de mi ano que percibió un delicioso cosquilleo ocasionado seguramente por el picante de la pimienta.

Para terminar, un buen Vermouth:

Tirado en el piso, mojado y excitado por las diferentes sensaciones experimentadas hasta el momento, recordé un verso que dice "Que placer tan increíble, que placer tan inhumano, es meterse por el culo una botella de Cinzano", y aunque parte de mi intención era esa lo primero que tenía en mente era otra cosa:

Destape una botella de vermouth Cinzano blanco que había en mi bar y la mezcle en un vaso con una burbujeante Ginger Ale. Comencé a derramar la espumante mezcla sobre mi pene que sentía las traviesas burbujas explotando en mi glande lo cual me acercaba cada vez mas al orgasmo y a la eyaculación que venía conteniendo desde hace rato. El delicioso olor del vermouth me enloquecía mientras las burbujas me picaban los testículos y el culo. Decidí entonces volver a tomar el filete y agarrar con el mi pene, el cual comencé a pajear activamente.

A punto de explotar decidí también complacer a mi ano, pues aunque no soy gay, confieso que soy un adicto empedernido del placer anal. No me metí la botella de Cinzano, aunque estuve tentado, pero si introduje un adorno cilíndrico de madera que había en mi biblioteca, de tamaño perfecto. Lubrique el improvisado juguete con un poco de la crema que quedaba y comencé rítmicamente a menearlo sincronizadamente con el filete que pajeaba mi pene.

La explosión fue soberbia, una eyaculación espectacular que alcanzo el tazón de sopa de tomate y dejo sobre ella un blanco adorno y además mucho semen disperso alrededor.

Este fue sólo un rato de experimentación, con deliciosos resultados. Los invito a explorar las cosas que hay en sus casas, en sus cocinas, en sus baños, en sus bibliotecas, y experimentar las posibilidades que pueden hacer de una masturbación rutinaria una fantástica experiencia.

martes, 24 de mayo de 2011

Sin poder dormir

Llevo horas en la cama, doy vueltas para un lado y para otro pero nada, es imposible, no puedo dormir. Me he levantado más de una vez, he ido a beber agua, a dar un paseo por el dormitorio pero no hay manera.

El lector se preguntará ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no puedes dormir?

Si alguien me hiciese esas preguntas una sonrisa maliciosa aparecería en mi rostro y señalaría mi entrepierna, cualquiera podría ver el enorme bulto que sobresalía en el pantalón. Esa es pues la razón por la que no puedo dormir: Estoy totalmente empalmado.

Si es que lo se, ya se que no debería pensar en esa compañera mía de facultad que tan buena esta, en su dulce sonrisa, en sus bellos ojos color miel, en sus sarnosos labios, en su preciosa cara, en como se le pega en su piel esa provocadora camisa que suele llevar a clase los días de calor. Se que no debo pensar en ello si quiero dormir pero no lo puedo evitar.

"Que buena esta" pienso, y casi sin darme cuenta mi mano se desliza hasta el interior de mi pantalón. Me toco la polla y compruebo con el tacto lo que ya sabía y había confirmado con la vista: La polla esta durísima y empalmadísima.

Juego durante unos instantes con mi polla, pensando siempre en mi compañera de facultad. Al cabo de unos segundos no aguanto mas, me desnudo completamente dejando al descubierto el erecto miembro y comienzo a pajearme.

Al principio me pajeo muy muy suave y despacio, me acuerdo del día en que esa compañera se sentó a mi lado –ese día no preste nada de atención en clase- y mi nivel de excitación aumenta al igual que el de mi polla, es casi increíble lo empalmado que estoy.

No paro de disfrutar, hacia tiempo que no disfrutaba tanta, es que joder que gustazo la paja que me estoy haciendo. Empiezo a pajearme muy muy muy duramente y no puedo evitar unos gemidos de placer y de gusto.

Mientras me pajeo duramente se que el momento final, el clímax está cerca y nuevamente me salen gemidos de placer "aaahh aahhh que buena está" digo en alto. Pienso en lo que me encantaría tocarle y chuparle las tetas, unas tetas grandes y duritas "joderr, que tetas tiene, deliciosas".

Estoy apunto de reventar, ya no puedo mas estoy disfrutando tanto que es difícil de decir, ahora mismo me imagino que me la estoy follando, que estamos teniendo sexo duro, mi polla en su coño mmmmmmmm, pienso que le digo "no puedo mas me corro aaaaaaaaaaaaaaaaaa" y me corro en su boca. Para cuando me he dado cuenta he notado el mejor de los placeres y mi mano estaba mojada.

Ahora ya puedo dormir, ¡ojala tenga un sueño erótico!

Autoestimulación espectacular

Nunca he tenido experiencias bisexuales, es más, no siento atracción por los hombres, pero hoy en la noche he decidido realizar algo que nunca había experimentado y que fue inolvidable.

En los últimos días he tenido que soportarme a mi ex novia, ya no quiero tener sexo con ella, sin embargo ella insiste pero pues a diferencia de lo que yo quiero ella quiere tener sexo y quizá volver conmigo. Soy un hombre de 22 años de edad, mido 1.70, delgado, ojos color café y cabello negro, en realidad muy normal.

El día de hoy, para escapar de las ganas de jugar con mi ex, decidí leer relatos bisexuales, inicialmente estuve leyendo uno en que la mujer tenia una amiga y la invitaba a la casa y resultaron en una noche de placer con el esposo, luego estuve leyendo una de un bar swinger en el que el hombre termino en la cama con la pareja de su esposa que ya lo había disfrutado antes, no se porque pero me puse muy caliente con este relato, pues el hombre nunca había sido besado y tampoco follado, me causo curiosidad y sucedió lo siguiente:

Baje la tapa de mi laptop y me dirigí al baño antes de que comenzara la telenovela, inicialmente me empecé a masturbar hasta que me dieron ganas de algo más, dirigí el índice derecho por debajo de los testículos, los acaricie suavemente, seguía masturbándome con la mano izquierda, luego me agache y seguí el camino con el índice derecho hasta llegar al hoyito delicioso de mi culo, y lo fui introduciendo levemente, al comienzo sentí dolor pero sentí que mi verga reacciono mucho más, es por esto que seguí y seguí jugando con mi dedito, lo metí suavemente hasta donde más pude (teniendo en cuenta que era mi primera vez) y empecé a jugar con las dos manos, pues en mi mano izquierda tenia a mi verga y con el índice derecho metía y sacaba, en fin deliciosito, gemí un poquito y seguí dándome mas duro hasta que no pude mas y me toco terminar descargando todo el semen disponible para ese momento.

En este momento me siento con un dolorcito pero a la vez es de placer, no se si algún día tendré una verga en mi hoyo recién estrenado por mi dedito, pues la verdad no me atraen los hombres, pero si llamare a mi ex para follarla hasta más no poder y pedirle si ella accede a que juegue con mi culito para que me haga llorar de placer.

Jugando con mi culo

Sábado por la noche. Salgo de trabajar del bar y me dirijo a mi casa. El trabajo de camarero no es que sea mi favorito pero tiene una ventaja y es que puedes ver a cantidad de chicas dispuestas a lo que sea por tener sexo esa noche. Por desgracia para mi, no es que yo sea un bellezón, más bien todo lo contrario: mido 1.75, peso más de 95 kilos (estoy un poco rellenito), llevo gafas y no soy muy agraciado de cara. Vamos, que lo tengo casi todo para hacer un anuncio de cirugía estética pero cuando sacan las imágenes del ANTES. A si que, una vez más, vuelvo solo a casa pero con la mente llena de pensamientos calientes, imaginándome lo que haría yo con alguna de esas chicas.

Nada más llegar a casa veo que no hay nadie. "¿Dónde estarán todos?" me pregunto. Son las 4 y media de la madrugada y es muy raro que a esas horas no haya nadie. Me acerco a la cocina y veo una nota que pone: "Nos quedamos en casa de tus tios a pasar la noche. Volvemos mañana por la tarde" ¡Qué alegría me dá esa noticia! Así podré dar rienda suelta a mi más oscuro placer: la penetración anal.

Como ya les he dicho, estoy soltero y nunca he tenido suerte con el sexo opuesto a si que me he dedicado a hacer juguetitos caseros para metérmelos por el ano a falta de pareja para que me ayude en esa labor. Les contaré cómo pasé esa noche de locura y desenfreno anal con la única ayuda de mis manos y mi imaginación.

Después de dejar encima de la mesa todos los trastos que tenía en los bolsillos comencé a desvestirme. Hacía muy buena temperatura en la casa a si que no me preocupé de ponerme nada y así poder disfrutar mucho mejor de mis juegos.

Lo primero que hice fué irme al baño. Cogí la ducha y desenrosqué el difusor dejándo que cayera todo el agua que había dentro. En el extremo de la manguerita puse buena cantidad de gel para que resbalara y lo puse en la entrada del ano. Como no era demasiado grande entró con bastante facilidad y metí unos 10 centímetros. No era necesario meter más puesto que mi intención era la de hacerme una lavativa del recto. Abrí el grifo del agua fría y empezó a inundarse de agua. Esa sensación al entrar el liquido frío es una delicia. A lo primero te dan escalofríos pero luego el cuerpo se acostumbra. Cuando ví que ya había suficiente cierro el grifo y, poco a poco, saco la manguerita. No tardé ni 15 segundos en tener que sentarme a descargar todo. Cuando estuvo vacío volví a meter otra vez agua (menos cantidad esta vez) e hice la misma operación.

Con mi culo reluciente y bien limpio me voy a mi dormitorio y preparo mis "juguetes" en la mesa junto a unos guantes de látex y vaselina. El primero que se estrenó fue un pequeño plug echo con el tubo de plástico de una jeringa (sin aguja, por supuesto) y al cual puse unos flecos de cuero dándole la apariencia de una cola de caballo. Puse vaselina en la punta del tubo y fué insertándose suavemente. Al estar sólo en casa me puse a gemir como si me fuese la vida en ello. Cuando hizo tope sólo quedó a la vista los flecos colgando. Empecé a mover el culo de un lado a otro para sentir el roce del cuero con mi culo y a la vez contraía el esfínter para retenerlo dentro. La polla estaba ya durísima. Me entretuve bastante rato con ello metido. Para ver mejor mi culo me puse a cuatro patas frente al espejo del dormitorio. ¡Era tremendamente excitante ver salir de mi agujerito esa cola! Aproveché para seguir meneandole durante un rato más.

Preparé mi próximo aparato. Con el canuto de un rollo de papel de aluminio (unos 28 cm) y el plástico en el que vienen guardados los juguetillos de los huevos de chocolate (para ponerle una punta redondeada y asi facilitar la penetración) tenía hecho una especie de falo de 33 cm. de largo y 4 cm. de ancho y que en alguna ocasión he conseguido introducirle entero. Para darle apariencia de consolador esta recubierto de cinta plástica de color negro. Le puse un condón (prevenir ante todo) y le embadurné bien de vaselina. Cuando estuvo preparado saqué el de los flecos y pongo en la entrada la punta de este. Me tumbo boca arriba encima de la cama y, con las piernas subidas y el culo bien abierto, empieza a entrar. Poco a poco, muy suave para no hacerme daño, voy sintiendo el roce en mi interior. En esa posición me facilita bastante la penetración pero, llegado un punto, ya no entra más a si que me preparé para hacerle llegar hasta lo más hondo de mí. Me incorporo con cuidado para no hacer un mal movimiento y, una de vez de pie, poso la base del falo casero en el borde de la cama. Poco a poco comienzo a hacer fuerza hacia abajo, como si me fuese a sentar en ella. Así se consigue, con un poco de maña, hacer entrar hasta el máximo el consolador. Al rato estaba totalmente dentro de mí. En esta situación es muy complicado moverte con facilidad a si que me puse de nuevo a 4 patas encima de la cama pero con la almohada entre mis piernas. Comienzo a sentarme encima de ella y empiezo a notar como presiona fuertemente en las paredes del recto. Por cada movimiento que hago una agradable sensación me recorre entero. Una vez he llegado a tocar la almohada un gran gemido sale de mi boca. El roce de la tela junto a la presión que hago al sentarme me provoca que salga de mi pene unas cuantas gotas de líquido preseminal. Empiezo a cabalgar sobre ella, como si estuviese montando a caballo y en cada movimiento salen más y más gemidos. Estaba llegando a un placer incalculable y sólo pensar que tenía 33 cm. de aparato dentro me subía la adrenalina al máximo. Con mi mano derecha empiezo a pajearme suavemente, pues no quiero correrme antes de tiempo. Más liquido preseminal sale por la punta. Al cabo de un rato de cabalgadura intensa me pongo boca arriba de nuevo. En esta posisión empezaba a salirse de dentro a si que aproveché para el bombeo. Cogí la base del falo con la mano y fui metiendo y sacandole rítmicamente, como si otra persona me estuviene follando. En mi mente me venía la imagen de una chica jugando conmigo en la habitación, cogiéndome fuerte por detrás. Eso me puso a mil a si que cogí más velocidad y, con la mano libre, masajeaba el pene. Mi culo estaba muy caliente, casi ardiendo de tanto mete-saca. Tenía muchas ganas de acabar pero me contuve, pues el último juguetito era el que más me gustaba.

Para poner la guinda a la noche tenía mi preferido, unas bolas chinas echas con papel y film y recubiertas con cinta plástica. Las hice de menor a mayor tamaño y al final del todo puse una argolla para tirar de ellas. Estas al ser más cortas que el falo las metí dentro de un guante de látex (no iba a gastar dos condones esa noche, estamos en crisis) y embadurné con vaselina. Saco el gran falo de mi culo y veo al espejo el agujero que ha quedado. Deje reposar para que cerrara el esfinter un poco. Pasaron escasos minutos y me preparé de nuevo. Esta vez me puse de lado, con la pierna derecha levantada para dejar la entrada bien despejada. Puse primera bola en la entrada y se hizo al interior con suma facilidad. La segunda no tardó mucho en acompañarla. Tod@s los que hayan probado las bolas saben la sensación de estar constantemente abriendo y cerrando el ano. Cuando la última de las bolas se alojó dentro volví a sacarlas. Y asi varias veces hasta que ya no podía más y me masturbé con unas ganas terribles. Justo cuando estaba a punto de venirme agarré la arandela de las bolas y cuando el semen empezó a salir tiré de repente de ellas. Grité muy fuerte de placer. Un gran chorro de lefa salpicó la pared y empapó el edredón. Estaba exhausto, respirando fuerte y con las pulsaciones aceleradísimas. Jamás había disfrutado tanto jugando con mi culo y me prometí volver a repetir la experiencia otro día.

Como pueden comprobar las mejores armas que se tiene para llegar al placer más intenso son sus propias manos y su mente. Les invito a que prueben y exploren nuevas formas de jugar con su cuerpo.

Autosatisfacción extrema

Hay una frase, atribuida a Woody Allen, que dice: "Masturbarse es como hacerle el amor a la persona que más quieres". Y tal afirmación es una gran verdad. Yo siempre he sido un gran masturbador y creo que, a mis años y en este terreno, hay pocas que desconozca de la vida.

Para empezar diré que, siendo muy niño, (aún no tenía los 3 años), un primo nuestro solía masturbarse delante de mí. El no me tocaba, pero me dejaba ver cómo masajeaba su pene erecto, del cual brotaba algo blanco que yo no sabía lo que era. Mucho tiempo después, (creo que a los 7 ú 8 años), supe que aquella especie de líquido espeso, pastoso y blanco, era semen, aunque vulgarmente se le llamaba leche.

Yo comencé a masturbarme desde muy pequeño, pero obviamente, de aquellas masturbadoras sesiones, nunca salía nada. Fue mucho después, (alrededor de los 13 ó 14 años), cuando empecé a notar que ese pegajoso y espeso líquido que tanto ansiaba obtener, también salía por la punta de mi pene. Y fue durante unas experiencias con dos primos míos, (ellos eran hermanos), entre cuyas edades me encontraba yo. El mayor era el más experto y el que nos orientaba sobre aquellas técnicas masturbatorias. Pero en esto, como en todo, es la experiencia la que te va indicando cuales son los mejores métodos a seguir.

Cuando me volqué de lleno en esta afición fue a partir de los 17 o 18 años. Por entonces yo me encontraba estudiando fuera de casa, en la capital, y me alojaba en una pensión particular. Lo que en la época era conocido como una Casa de Huéspedes. Yo compartía habitación con un hombre bastante mayor que yo, que estaba a punto de casarse. Pero entre tanto residía en aquella pensión. Así pues, yo tenía pocos momentos de privacidad, pero cuando podía hacerlo, los aprovechaba al máximo.

Recuerdo que me gustaba quedarme completamente desnudo en la cama, con las piernas muy abiertas y comenzaba a masajear mi polla hasta ponerla erecta. Al principio solo eran los típicos movimientos arriba-abajo, parando de vez en cuando para no venirme enseguida. Pero luego, fui descubriendo maneras de hacerlo y lograr el máximo placer.

En muchas ocasiones, además de la manera clásica de hacerlo y en esa posición, (desnudo y con las piernas completamente abiertas), pasaba mi mano por debajo de mis muslos hasta alcanzar mi polla. Así, por debajo del muslo, me masturbaba a placer al tiempo que metía en mi mano, un dedo lubricado de la otra mano. Siempre que iba a llegar al orgasmo, paraba y luego seguía; otra vez paraba, porque así el placer final era mucho mas intenso; un gusto enorme que me dejaba totalmente agotado. Pero el gusto que sentía con estos ejercicios era cada vez mayor y no podía dejar de hacerlo. Algunos días, muchas veces.

He leído en alguna ocasión que masturbarse mucho puede llegar a agotar el semen. Es una creencia absolutamente falsa. El semen, al igual que la leche de las madres, se regenera rápidamente y cuando más lo haces, más y más leche producen. Con el esperma pasa igual y cuando uno se masturba mucho, la producción seminal va en aumento. Sin embargo, el sentido se invierte si dejas de hacerlo. Cuanto menos lo haces, parece como si las hormonas se aletargaran y dejas de producir tu propio semen hasta extremos insospechados. Esa es al menos la experiencia que yo tengo. Pues, durante toda mi vida he sido un gran masturbador, y cada vez tenía más producción de esperma.

Pero, siguiendo con el tema de la pensión, las camas de aquel cuarto estaban a ambos lados de aquella pequeña habitación, de forma que uno de los lados de cada una de estas camas, estaban pegadas a la pared quedando un pasillo entre las dos. Y un día se me ocurrió cruzarme encima de mi cama, subiendo mis piernas sobre la pared y haciendo que mi pene quedase sobre mi boca, pues mi intención no era otra que hacerme una autofelación.

No era fácil encontrar la posición adecuada, pues debía subir mis piernas por la pared, para, finalmente inclinarlas hacia mi y poder colocar mi verga sobre mis labios. Las primeras veces parecía imposible, pero conforme fui adquiriendo práctica, la proximidad entre mi polla y mi boca era cada vez mayor. Por una parte, en aquellos años aún podía permitirme esos pequeños ejercicios casi de contorsionista y, por otra parte, mi rabo estaba muy bien desarrollado, lo que permitía que, al menos mi capullo, pudiese entrar completamente en mi boca.

Aquello era una auténtica gozada, pues chupaba y chupaba mi propia verga, parando en los momentos próximos al clímax, y logrando un gran placer. Por supuesto, tenía que parar de vez en cuando para no venirme enseguida, pues eso acortaba bastante la sensación placentera, pero cuando reanudaba las succiones, de nuevo sentía un gusto enorme en la punta de mi rabo erecto.

Cuando por fin me dejaba llevar hasta el final y me corría, un chorro de semen pegajoso y blanco me llenaba mi propia cara, lo que aumentaba todavía más el placer. Esas prácticas las hacía siempre que podía permitirme un rato de intimidad, pues repito, aquella habitación era compartida con un hombre hétero y éste estaba próximo a contraer matrimonio. Afortunadamente para mí, nunca me pilló "in fraganti".

En ocasiones, yo mismo rompía -a propósito- uno de los bolsillos de mis pantalones, y me masturbaba en cualquier parte; en el autobús, en el cine, en el trabajo o donde tenía ocasión de hacerlo a través del bolsillo roto. En más de una ocasión, esperando en la consulta de un médico, yo me he masturbado tranquilamente sin que los demás se dieran cuenta. Por supuesto, eso no es tan placentero como hacerlo agarrando bien la polla, pero el morbo también tiene su "aquel"

Por otra parte, quiero decir al lector/a, que la máxima satisfacción en este terreno nunca me la han proporcionado otras personas. A pesar de que muchas veces me han masturbado. el placer máximo solo lo he encontrado haciéndomelo yo mismo. Uno mismo es quien controla mejor, quien mejor conoce su propio cuerpo, quien mejor conoce sus sensaciones y el ser masturbado no tiene nada que ver con la autosatisfacción que uno mismo pueda darse pajeándose a placer.

En ocasiones, en los baños públicos de grandes superficies, se me han puesto a orinar hombres de todas las edades, que al ver mi miembro, han querido tocarlo y masturbarme. Muchas veces me he dejado hacer y he hecho yo lo mismo con ellos; me han hecho felaciones que me han encantado… Recuerdo que en cierta ocasión, entrando yo a comprar a una de estas grandes superficies, se me quedó mirando un hombre maduro, calvo, delgado y bien proporcionado de cuerpo. Yo también le mantuve la mirada morbosa que el me estaba dirigiendo, pero no me atrevía a pensar que llevase intenciones sexuales conmigo. Aunque debo admitir que me "ponía" bastante pues siempre me han encantado los calvos. Además, dicen que son los más grandes folladores.

Dí unas cuantas vueltas intentando esquivarlo, pero siempre me lo encontraba a mi paso, mirándome con cierto descaro. Finalmente le hice una pequeña indicación y él me siguió hasta los aseos de aquellos grandes almacenes. Una vez allí me dijo que yo le gustaba mucho y que tenía muchas ganas de chupármela y masturbarme. Yo en principio me negué, porque cuando me hacen eso, me gusta estar bien limpio y aseado y en aquellos momentos no había tenido ocasión de lavarme la polla, pero él insistió mucho diciendo que le daba mucho morbo comerse una verga con sabor y olor fuertes. Tanto me insistió que le ofrecí mi polla y él se volvía loco chupandomela y masturbándome, al tiempo que él también se masturbaba mientras jugaba con mi verga. Tan excitado estaba yo que me corrí enseguida y él hizo lo mismo al ver botar mi leche sobre su cara, pues él así lo quiso.

Pero, me pareció muy arriesgado este tipo de contactos, pues una persona a la que le gusta comerse las pollas sucias, no merece garantías de higiene y asepsia, así que esta fue la primera y la última vez que lo hice en unos baños públicos.

Pero, volviendo a la autosatisfacción, que es el fin de este relato absolutamente real, diré que, entre las muchas maneras de masturbarme que he tenido a lo largo de los años, una de mis preferidas ha sido en el baño. Concretamente en la bañera, llena de agua, dejando solamente la punta del pene o capullo fuera del agua. Previamente había atrapado una mosca, a la que había cortado las alas y, cuando estaba inmerso en el agua del baño, colocaba la mosca sobre mi capullo. No podéis imaginar el gusto tan enorme que se siente cuando la mosca, (que no puede volar), comienza a dar vueltas sobre el capullo totalmente excitado. La sensación es maravillosa y comienzas a sentir un cosquilleo que te recorre todo el cuerpo. Una sensación maravillosa, superada únicamente por otra modalidad de masturbación que ahora os contaré.

En esa situación y, con la mosca dando vueltas sobre la cabeza de mi polla, llega un momento en que no puedes aguantar mas y, finalmente, tu capullo comienza a expulsar semen con grandes sacudidas que te dejan exhausto y sin fuerzas. Si no lo has probado, te recomiendo que lo intentes. Verás que sensación de placer.

Finalmente y, para terminar, os contaré la definitiva; es una manera que, aunque no está inventada por mí, creo que muy pocos conocen: Consiste en agarrar el pene erecto con una mano, dejando descubierto el capullo. La otra mano, bien lubricada, debe ejercer una presión giratoria sobre el glande, como si estuvieses atornillando un tornillo con un atornillador, al tiempo que ejerces una suave presión sobre el capullo lubricado.

Este es un ejercicio que requiere cierta práctica y habilidad. Al principio no sientes nada, pero debes seguir; seguir presionando con la mano bien lubricada, sobre el capullo, al tiempo que la giras. Una, y otra, y otra… así sin parar… Como digo, al principio parece un ejercicio inútil, pero luego tiene su recompensa. Llega un momento en el que sientes un leve cosquilleo que te recorre toda la espalda, desde e cuello hasta el culo. Pero tienes que seguir… Si ves que te vas a correr, debes parar, pues el éxito de la "operación" consiste en retrasar al máximo la eyaculación. Cuando te has relajado un poco, debes seguir con el ejercicio, presionando y girando la mano sobre el glande o capullo, y seguir… seguir… seguir. De nuevo, cuando estés al borde del clímax, debes parar, ya que el resultado final así lo requiere. Cuanto más tiempo retrases la "corrida", mejor será el resultado.

Finalmente, cuando después de varias paradas y contenciones eyaculatorias ya no puedas mas, debes dejarte ir, sin acelerar para nada, pero siguiendo, sigue, sigue, sigue… Esta vez déjate llevar y sigue. Sentirás el orgasmo más largo que jamás hayas imaginado. Y tu leche botará con tal fuerza y cantidad que tú mismo quedarás asombrado. Y repetirás.

Esta es la forma más habitual de masturbarme. La recomiendo, pero has de tener en cuenta que la primera vez no quedarás satisfecho. Este ejerció requiere práctica y constancia. Así tendrás unas "corridas" maravillosas.

Las primeras

La noche había transcurrido calurosa como es preceptivo en el mes de agosto, a consecuencia de esto me había despertado un par de veces, y noté como tenía el pene erecto, algo por otra parte normal a mis quince años.

Me había masturbado un par de veces esa noche, algo habitual en mi, y había vuelto a quedarme dormido casi inmediatamente.

Por la mañana cuando mi tía vino a despertarme, se notaba ese olor acre propio de las corridas que queda impregnado en el cuerpo.

—Ufff, cómo huele a humanidad aquí dentro, —dijo mi tía cuando corrió las cortinas y abrió la ventana para ventilar la habitación.

Yo no dije nada, pero bien de más sabía a lo que olía allí dentro.

Eran las nueve de la mañana, y empezaba otro día de estudio. Había suspendido el inglés, y mi prima me estaba dando clases intensivas, mientras mis padres habían vuelto a Valencia a trabajar. Yo estaba en casa de mis tíos en Albacete estudiando como nunca en mi vida, ya que mi prima, que estaba preparando oposiciones, era una maestra muy estricta. Necesita aprobar esa asignatura si quería pasar de curso.

Me dirigí al baño, allí oriné viendo como tenía el prepucio llenó de restos blancuzcos, con un papel y un poco de saliva los eliminé quedando la cabeza de mi polla roja y limpia, notando como se me ponía medio morcillona.

—Dani, venga a desayunar—, oí como me llamaba mi tía desde la cocina, impidiendo que pudiera darme satisfacción una vez más. Desde que había descubierto los placeres del onanismo, era un no parar. Tres y cuatro manolas diarias, cuando iba a cagar, en la ducha, en la cama, y en definitiva, en cualquier lugar que pudiera lograr un poco de intimidad y tiempo para mis propósitos.

Terminé de lavarme la cara y las manos y me dirigí a la cocina, donde ya estaba desayunado mi prima Lorena. Esta era delgada, demasiado para mi gusto, con la cara algo demacrada que hacía que se notasen mucho los pómulos, lo cual era, según mi tía, por fumar. Tenía el pelo lacio y lo llevaba teñido, ya que le habían salido canas de una manera precoz. Debido a su delgadez se le había desarrollado poco el pecho, y apenas se notaban un par de bultitos en el camisón que llevaba puesto, aunque era algo más ancha de caderas, como casi todas las mujeres por parte de mi madre, no es que tuviera un buen culo. En definitiva no es que fuera una tía buena, ni siquiera era guapa, sobre todo cuando se acaba de levantar.

A pesar de la revolución hormonal que estaba experimentando, y que hasta una escoba con faldas me ponía berraco, mi prima no me excitaba, y no era porque fuera mi prima, porque su hermana Lidia, uff, con la prima Lidia... . Con un cuerpo, que por lo menos para mí, quitaba el sentido. Con unas tetas de escándalo y un culo magnífico, —como para forrar pelotas— como decía mi amigo Sergio, aunque para mi desgracia ella ya se había independizado y no vivía allí, y solo venía el mes de Julio desde Palma de Mallorca, donde trabajaba.

—Buenos días, ¿qué tal has dormido? —preguntó mi prima, que aunque no fuera guapa si era muy simpática y amable, ¿qué remedio le quedaba?, y a mí me caía estupendamente, mejor que la buenorra de su hermana que se lo tenía muy creído.

—Bien —contesté al tiempo que bostezaba, y es que me jodía sobremanera el tener que madrugar en verano, pero ¿qué remedio?.

Desayunamos y mi prima echó el primer cigarrito del día, con la cantinela de todas las mañas por parte de su madre: —Ya está con el cigarro en la boca.

Mi prima me lanzó una sonrisa, mostrando los dientes amarillentos debido a la nicotina y la cafeína, y yo se la devolví como hacía todas las mañanas.

Mientras mi prima terminaba de fumar, me iba al comedor a ver la tele un rato.

—Dani— me llamó mi prima, —ven a ayudarme a hacer la cama.

—Voy— dije, ocultando mi fastidio. En mi casa yo no hacía ni el huevo y aquí tenía que poner y quitar la mesa y para colmo ayudar a hacer la cama. Pero bueno estaba invitado y no podía quejarme mucho.

Lorena ya había quitado las sábanas y separado la cama de la pared, a la que estaba pegada por uno de sus lados. En el pasillo que quedaba entre la cama y la pared me situé yo apoyándome cansinamente en la pared esperando a que ella me tirara la sábana para colocarla.

Rápidamente coloqué la sábana metiéndola entre el colchón y somier y alisé mi parte de la cama, y me incorporé, y allí, ante mis ojos, por primera vez pude contemplar unas tetas de carne y hueso.

Mi prima estaba inclinada hacía delante, colocando la sábana y diciéndome no se qué, y el ancho cuello del camisón dejaba al descubierto el tesoro que ocultaba. No es que fueran gran cosa, eran más bien pequeñas, con una forma puntiaguda, similar al de muchas actrices porno de tercer nivel, con un pezones marrón oscuro y bastante grandes en comparación con el tamaño del pecho, pero eran unas tetas de verdad, en tres dimensiones y no constreñidas al papel cuché de una revista o las 635 líneas de un televisor.

Me quedé mudo, y quieto sin poder apartar los ojos de aquella maravilla, notando como mi polla empezaba a endurecerse como si tuviera vida propia, y me estuviera agradeciendo que no apartara los ojos, ¡cómo si hubiese podido apartarlos!, mis ojos eran totalmente autónomos, mi cerebro ocupaba todos sus recursos en asimilar y memorizar aquellas dos primeras tetas que se me mostraban, y no podía perder el tiempo en ordenar al resto de mi cuerpo que fuera más discreto.

Fueron unos segundos, dudo que llegara al medio minuto hasta que mi prima alzó los ojos y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Como un rayo recompuso el camisón privándome de aquella primorosa visión que acababa de tener.

Por fin mi cerebro mandó las órdenes oportunas a mis ojos e inmediatamente los aparté, no sin antes percatarme de que Lorena se había puesto colorada por lo que acababa de ocurrir. Mi polla sin embargo permanecía totalmente empalmada, dura como el acero y notaba como le era bombeada sangre mediante rítmicas pulsaciones.

Estoy seguro de que Lorena se percató de ello, pues era imposible que no lo notase, pero no dijo nada y seguimos haciendo la cama en silencio pero ya no hubo ocasión de volver a disfrutar de aquella visión, pues ella tuvo buen cuidado de evitar que se le abriera el camisón.

Cuando terminamos de hacer la cama, ella se fue a su cuarto a cambiarse y yo me dirigí al baño a hacerme la paja más gloriosa hasta entonces.

La polla saltó en cuanta me bajé el calzoncillo que ya estaba manchado por los primeros restos de semen. Estaba dura y enorme, nunca la había visto de aquella manera. Notaba los huevos, como me colgaban debajo del badajo, calientes y llenos de lefa que pedía a gritos que la dejara salir.

Me agarré la polla con la mano derecha cerré la mano a su alrededor y sin más preámbulos comencé a machacármela, allí mismo de pie delante del espejo que había encima del lavabo. Veía como cada vez que echaba para atrás el pellejo que cubría mi capullo, esta asomaba hinchado, rojo y brillante, a punto de estallar. No podía apartar de mi pensamiento la visión de hacía escasos segundos, aquellas tetas, que no serían las mejores que vería a lo largo de mi vida, pero si fueron las primeras, y en aquel momento no había nada mejor en el mundo.

Con la mano izquierda me agarraba al lavabo, estoy seguro de que si no lo hubiese hecho mis piernas no podrían haberme sostenido cuando, después de escasos segundos, noté como los huevos se hinchaban, un escalofrío recorría mi cuerpo, y como una cantidad de semen, que no había creído capaz de almacenar en mi cuerpo, fue expulsado contra la loza del lavabo, los azulejos y el espejo. Cuatro, cinco, seis, perdí la cuenta de los espasmos que mi polla sufrió antes de que dejara de arrojar semen por su ojo.

Al abrir los ojos casi no reconocí lo que veía en el espejo. Una cara colorada por el esfuerzo, perlada de sudor, donde se podía apreciar claramente como la vena de la sien latía descontrolada, mientras la sangre volvía a repartirse por todo mi cuerpo, haciendo que la dura barra de carne de hacía unos segundos, volviera a su estado de flacidez, esperando una nueva oportunidad de darme satisfacción.

Limpié todo bien, recogiendo todos los restos de semen con papel higiénico, y lo arrojé al water. Pensé por un instante en conservar esa corrida, como prueba de que aquello había pasado, pero eso era una tontería.

El día transcurrió con cierta tensión, yo no era capaz de concentrarme en mis estudios, no dejaba de mirar de reojo las tetas de mi prima, pero era imposible que se viera nada, se había puesto una camiseta negra de AC/DC, y n se transparentaba ni el sujetador. Además tenía continuas erecciones que no podía aliviar, notando como el capullo de mi polla rozaba el calzoncillo.

Por su parte mi prima trató de dar la clase con normalidad tratando de evitar por todos los medios que nuestras miradas se cruzasen como si se sintiera culpable de lo que había ocurrido.

En el descanso que hacíamos, aproveche para encerrarme en el baño y hacerme una nueva paja. No fue tan impresionante como la de por la mañana, pero fue también una corrida abundante. No podía sacar los pechos de mi prima de la cabeza, era cerrar los ojos, y allí estaba ella, inclinada sobre la cama con el camisón abierto y mostrándome sus tetas. No tardé mucho en tener la polla como una barra de hierro, aunque, a mi entender, no alcanzó el tamaño que antes.

Con los ojos cerrados, sentado en el water, pensando en los pechos de mi prima, me la casqué, fue una paja más calmada que la primera, y por tanto más placentera. Fueron unos cinco minutos antes de notar como la leche se agolpaba en mis huevos y pugnaba por salir. Me corrí contra la loza del inodoro, aguantando el gemido que quería escapa de mi garganta por el placer que estaba experimentando. El semen escurrió lentamente por el inodoro hasta el fondo, mezclándose con el agua que allí aguardaba, mientras que mi mano se movía lentamente alrededor de mi polla exprimiendo las últimas gotas de lefa rezagadas. La polla iba perdiendo poco a poco todo su vigor hasta volver al estado de reposo.

Lo cierto es que tenía la polla dolorida. Dos pajas por la noche y no era ni medio día y ya llevaba otras dos, y sabía que hoy habría alguna mas, era inevitable. Con delicadeza, me limpié le capullo y el prepucio de los restos blancuzcos que quedaban allí, notando lo sensible que estaba esta parte de mi cuerpo.

Tiré de la cadena y aquella corrida, desapareció arrastrada por la gran tromba de agua que le fue arrojada. Me subí el calzoncillo colocando mi pene de manera que no me molestase mucho hasta que se pasara la irritación propia de aquellos menesteres, lo mimo hice con mis bermudas, y me lavé las manos y salí satisfecho del cuarto de baño y me dirigí a continuar como mi sesión de inglés.

Antes de comer cayó otra, cada vez me costaba más, y eyaculaba menos cantidad, no le daba tiempo a mis huevos a producir semen al ritmo que era expulsado. Sin embargo durante la siesta me la casqué nuevamente, unas escasas gotas fue el resultado de esta última paja. Estaba agotado, me sentía flojo y deseaba quedarme acostado más tiempo, pero mi prima no opinaba lo mismo y seguí con los estudios. Fue un día agotador. Antes de cenar me la meneé nuevamente, siempre con la misma imagen en mi mente, las pequeñas tetas de mi prima.

Esa noche me fui a acostar más temprano que nunca, estaba reventado de hacerme pajas y necesitaba una noche de descanso reparador, aunque de sobra sabía que mi polla me pediría guerra, y yo se la daría obviando el escozor y el dolor que empezaba a sentir ya en la polla.

Conforme pasaron los días la situación se fue normalizando pasando a hacerme mis tres ó cuatro pajas diarias, y volviendo a imaginarme a aquellas chicas neumáticas de las revistas, pasando las mediocres tetas de mi prima a un segundo plano. Además me libré de volver a hacer la a cama, mi prima no me volvió a reclamar ayuda para hacerla, a pesar de que ya no la volví a ver en camisón en todo el verano. Yo aprobé el inglés y pasé de curso, mis padres tan contentos, me compraron una moto con la que estoy seguro de que me ayudará a volver a ver tetas y quizás algo más. Sin embargo las primeras fueron las de mi prima y eso, nunca lo olvidaré.

viernes, 20 de mayo de 2011

Mi pajita y mi tía

Hola, que tal, soy un chico de 20 años, mas de alguna ocasión he leído estos relatos, la verdad es que cada vez que puedo, y la verdad es que me excitan demasiado, para mi cada relato es una masturbación, con cada relato sea real o ficticio (siempre me pregunto si son reales o solo fantasías que les gustaría que fuesen realidad a sus autores), lo que si es real es cada masturbación que nos hacemos, unos mas que otros, pero mujeres y hombres, disfrutan de igual manera, ya sea con la verga lechosa o con una conchita húmeda, jugosita.

En mi caso al pajearme, mas de alguna vez me gusta probar mi jugo me caliento mas y mas se me endurece mi miembro que mas que largo lo tengo bastante ancho, (reconozcan que mas de alguna vez han degustado su propio jugo o no?), les contaba del ancho de mi pene y mi largo es de 18 cms, creo que al pajearme mantener mi glande presionado y sentir las palpitaciones me excita demasiado, me gusta hacerlo rápido cuando la calentura es demasiada, y lento cuando deseo disfrutar de la ocasión.

Una vez estando en casa solo, comencé a observar unas películas porno, y comenzó mi erección muy levemente recuerdo que me quite toda la ropa que llevaba, como estaba solo no habría quien me viera así, luego continué viendo la porno, y mis manos acariciaban mi duro tronco de arriba abajo una y otra vez, acariciaba mis huevos como cuando lo hacen las chicas que me lo comen, (al leer esto las chicas deben recordar la primera verga en sus manos creo que las humedece al recordar como devoraron su primer miembro) lo cierto es que bastante húmedo estaba todo mi cuerpo, caliente y sudoroso acariciando mis huevos llenos de leche, mi verga dura la meneaba en mis manos, como si penetrara tu rico culito, (me encantan las nalgas grandes, redonditas, es lo que mas me calienta de las mujeres, unas buenas nalgas me ponen duro en un segundo).

Suelo gemir cuando me pajeo, me gusta tocar todo mi cuerpo, no soy de los que se masturban solo jalándose la verga, me gusta sentir todo mi cuerpo caliente. Les contaba de mi paja viendo la porno, mientras estaba en eso y desnudo solo en casa, sonó el teléfono, no contesté de inmediato ya que mi respiración era agitada y no podría hablar normal, pero me controlé y contesté, del otro lado una voz femenina, era mi tía, que es mi fantasía, me gustaría cogérmela por todos sus orificios, le partiría el culo, le comería su conchita que ya se la he visto un par de veces, aunque ella también me ha visto mi verga, se que le gusta, espero que mas de una paja sea dedicada a mi de parte de ella.

Luego de hablar un rato con ella, sentí que mi verga reacciono con su voz, así que mientras hablaba con ella, me hice una fenomenal paja, acaricie mi tronco como nunca antes me deslizaba hacia atrás y adelante mi piel jugosa, mi cabeza enorme quería soltar la leche, mi tía notaba algo raro, porque mientras hablábamos comencé a gemir suavemente, le dije que me di un golpe y continuaba mi masturbada, le pregunté si estaba con alguien en casa, me dijo que estaba solita y que lo estaría toda la tarde, la idea de que estuviera sola me calentó más, recuerdo que fui a mi habitación y agarré un condón, me lo coloqué y me decidí a correrme con el, (alguien ha probado una masturbación con condón?, es muy excitante ese látex), la conversación continuaba, al igual que mi paja, le pregunté si tenia mucho calor, ya que la tarde en la ciudad estaba calurosa, me dijo que si y que llevaba solo peto y su calzoncito rojo, que se lo he visto y le forma su gran culito, (les recomiendo mirar el culito fijamente, a mi tía le calienta, no me lo ha dicho pero lo siento en su respiración), me dice que esta bastante sudada por el calor, si hubiera visto como estaba pajeándome en honor a su cuerpo y su voz que me calienta.

Cada vez que me habla, con todo eso olvidé la porno que estaba viendo la cual en ese momento tenia el volumen alto, comenzó la chica del video a gemir desesperada mientras el se corría en sus tetas, mi tía logró escuchar esos gemidos, lo cual me lo preguntó, y nada, estaba bastante caliente le dije que estaba viendo una porno, ¡me imagino como debes estar! fue lo que me dijo, con esas palabras me corrí, fue la explosión de mi verga, llené de leche mi condón, mi gemido se hizo evidente, mi tía mientras tanto me hablaba y me decía que continuara soltando lechita, que sabía la gran verga que tenia y que deseaba comérmela, estaba bastante caliente, y yo bastante satisfecho con la corrida.

Haciéndome el amor

Eran las 10.00 pm, me encontraba solo en mi casa, esos momentos que sientes la necesidad de sentir placer, una sensación de “necesito tener un orgasmo”. Y sin mas preámbulos, decidí filmar con mi video-cámara lo que haría a continuación, lo primero que hice fue conectar la video-cámara a mi televisión de tal manera que lo que estuviera filmando pudiera yo verlo al mismo tiempo, así sentiría aun más placer. Y claro la calidad del video seria mejor.

Sin mas rodeos, me deshice de mi camisa, mi pantalón y mi bóxer, quedando totalmente desnudo sobre la alfombra de mi cuarto de audio y video. Encendí las luces y las dirigí hacia mí, enfoque la video-cámara de tal manera que apareciera de frente desde mi vientre hasta mis piernas, en la pantalla de la TV, quería que la luz y el ángulo de la toma fuera la ideal, la posición que tenia era de rodillas, tome mi pene de varios ángulos, (mi pene mide 20 cm. de largo y es medio grueso, el color es moreno claro).

Ensayando como se vería mejor en la toma, mi pene al verse en la TV, empezó a ponerse enorme, duro y con ganas de reventarse, sobre mis piernas inicio la danza, el vaivén de la mano arriba y abajo sobre el cuerpo de la verga, desde el glande hasta el tronco, hice un enfoque al glande justo en el orificio, que ya tenia liquido claro, lubricante natural, pre-semen, con la intención de sentir aun mas.

Me aplique un poco de aceite para masaje, en la punta de mi verga (es uno de los lubricantes más exquisitos que existen para agasajar el pene), al pasar una o dos veces la mano derecha sobre el pene, sentí como ya tenia ganas de venirme, de tener un orgasmo, pero me detuve un poco, para admirarlo y enfocarlo desde un ángulo de perfil, de esa manera se miraría mas grande, mientras con mi mano izquierda sostenía mis testículos y los empujaba hacia abajo para dejar al descubierto la cabeza de mi verga, con la mano derecha que es la mas experta para hacerme sentir, frotaba de arriba abajo mi falo que de un momento a otro tendría un orgasmo, después de excitarme por alrededor de 20 minutos mi miembro estaba a punto de explotar.

El color que tomo es rojo brillante, las venas sobresalían en todo lo largo y ancho, finalmente me tire sobre mi espalda, mis manos presionaban mi verga con mucha fuerza, mis dos manos hacían temblar mi cuerpo, estaban como pegadas a mi verga, que sin mas remedio al fin se rindió y desde lo mas profundo de mis testículos broto un chorro de liquido blanco lechoso y tibio, con la viscosidad de la crema, y detrás del primer chorro, otro y otro mas, mis manos sin mas remedio, al sentir que mi verga explotaba al fin mis manos se cansaron y la mano izquierda recogió el semen, y la mano derecha hacia intentos fallidos por querer exprimirla aun mas.

Quede rendido sobre mi espalda, apague la video-cámara, y minutos mas tarde, mire dos o tres veces el video, de como disfrute masturbándome.

martes, 17 de mayo de 2011

El Placer de masturbarme

Desde muy joven he disfrutado siempre del mundo del placer. Me encanta el sexo en todas sus formas, y particularmente me excita todo lo relacionado con la masturbación. El placer a solas es algo que practico diariamente, indiferente de que tenga pareja o no. Masturbarme es de esas cosas que me encanta hacer y compartir, especialmente con gente que sea tan o más adicta que yo a la masturbación. El solo hecho de escribir esto me pone mi miembro muy duro, y pensar que una mujer pueda disfrutar mientras me lee, aumenta el ritmo de mi paja y me hace desear acabar.
Me gusta masturbarme diariamente, unas 2 o 3 veces al día, por supuesto dependiendo de cuanto tiempo libre disponga. Los domingos, por ejemplo, es el día que más disfruto hacerlo ya que suelo pasarme el día entero desnudo en mi cama, viendo películas porno, leyendo algunas historias eróticas, masturbándome por teléfono con una amiga o simplemente tocándome por placer. Frotar mi miembro en mis ratos de ocio, mientras pienso en sexo la mayor parte del día, es una de las cosas que más disfruto hacer.
Cuando me toco me gusta estar desnudo en mi cama y comenzar a rozarme poco a poco hasta lograr completamente la erección. Una vez que mi miembro este bien duro, me agrada acariciar mi cuerpo, toco mis pies, acaricio mis nalgas y paso mis manos sobre mi pecho. Es entonces cuando dos de mis dedos comienzan a masturbarme suavemente, pero con firmeza. La piel de mi pene se torna cada vez más sensible, por los que mis movimientos aumentan y mis respiraciones son cada vez mas agitadas. En ocasiones, me gusta dar pequeños gritos de placer. El movimiento fuerte de mi mano mientras me froto se vuelve algo imposible de detener. Quiero mas, deseo mas, no puedo parar. Mi mente se nubla, el placer se apodera de mi, mi piel se eriza indicándome que el orgasmo esta próximo a llegar. Me dejo ir, mi respiración es muy fuerte, es excesivamente rico, quiero acabar. Un chorro de semen salta desde mi pene y se esparce todo sobre mi pecho y mi abdomen. En ocasiones llega hasta mi cara. Es delicioso. Sentir la leche abundante y caliente sobre mi piel es algo exquisito. Paso unos segundos simplemente respirando y descansando. Me limpio y me dispongo a recuperar fuerzas para poder hacerlo otra vez.
Me he masturbado no solo en mi casa, sino en baños públicos, en el auto mientras conduzco y en casi cualquier sitio riesgoso donde pueda ser visto, como una calle o un estacionamiento. Una vez llegue a masturbarme en frente de una chica la primera vez que salía con ella, luego de que haber estado hablado de sexo durante horas. En aquella ocasión ella lo tomo de manera muy natural, y luego de mi orgasmo y de mucho conversar, terminó confesándome que eso había sido algo que ella siempre había querido ver.
Tuve otra experiencia hace 3 meses, cuando en una reunión con unos amigos, una chica que apenas conocía y que se encontraba algo mareada, me confesaba que las mujeres le excitaban más que los hombres, luego de que ella tuvo con su hermana mayor una sesión de sexo lesbico que jamás olvidará. Aquella conversación fue motivo suficiente para comenzar a rozar mi miembro por encima de mi pantalón. Ella llego a notarlo y me dijo discretamente que si quería nos fuéramos a otra parte. Inmediatamente salimos de la fiesta y apenas nos subimos al auto me abrí totalmente el cierre, comenzándome a frotar mi miembro en frente de ella. Ella de principio sólo se dedico a ver, pero luego me pidió que le acabara en la boca. Acerco su lengua a la cabeza de mi pene, y luego de lamerme varias veces, pude derramar mi semen completamente en su boca. Como una experta, trago hasta la última gota de leche, y quedamos algunos minutos en el auto recuperándome mientras nos besamos y nos reíamos del asunto.
Mastúrbense rico.

una banana dura

Estaba solo en casa, mi esposa, cuñada y mi suegra se habían ido de viaje a su ciudad de origen a unos 300 Km. d donde vivimos y quede solo en casa, me conecté a internet y comenze buscando fotos de modeslos de mi pais y d sudamerica en general, luego ingresea zoofilia, y gays, y miraba penetraciones que se erizaban los pelos, y me llegó una calentura estuve viendo fotos de esta clase desde la medianoche, y cunando ya eran como las 5 de la mañana no me aguante la calentura y fuí a la cocina y tome una zanahoria delgadita y una banana mediana y no tan madura, a la zanahoria le puse cremita y mirando el ordenador comenze a metermela al culito y con la otra mano con salibita comenze a tocarme el pichi q lo tenía mas duro que brazo de santo, y me metía la zanahoria delgadita y lubricada al culo y me pajeaba el pichi simultaneamente, luego con la banana, uuuuuiiiiii que ricooooooo, que ricoooooo, como se sienteeeee, me metí la banana enterita al culo y termine botando mi leche que me la pase por el pecho el culo y mi boca fue maravilloso no saben como lo disfrute.-

placer solitario

A todos nos gusta masturbarnos, yo lo hago siempre, sobre todo cuando miro fotos o videos de hombres desnudos, me gustan peludos y fuertes, musculosos, me imagino tocandolos por todos lados, lamiendo sus musculos, pasando mi pene duro por su pecho peludo, tomando sus penes y pajearlos suavemente, haciendolo gozar de placer, mientras yo gozo tambien. Mientras los miros en mi pc, me desnudo, me toco me masajeo, toco todo mi cuerpo, me hecho crema en mis genitales, me meto los dedos en mi ano con crema suavemente, estoy asi bastante rato, a cada momento descanso, si tengo un platano con las cascara envuelvo mi pene y me masturbo el placer es enorme, deberian probarlo, me imagino metiendo mi pene en esos anos peludos de los modelos de las fotos hasta acabar en ellos. El masturbarse es lo mejor, sentir el sabor de mi propio semen, mi fantasia que no he cumplido es lamerme mi propio penem y no me gustaria lamer otro, pero si el mio. Hummmmm, si si si ahgggggggg,.........

Liberación y Satisfacción...

Soy un hombre de 26 años. Soy atractivo y profesional. Compartiré con ustedes dos secretos muy especiales y muy intimos. El primero: Soy virgen. He decidido tomar mi tiempo. No apresurarme en tener relaciones sexuales. Deseo que mi primera vez sea con una mujer especial. Por esta razón es que a los veintiseis años, aun soy virgen. Sin embargo, el cuerpo no conoce de razones y desea satisfacer sus necesidades. Las pocas personas que saben que soy virgen, me preguntan como sobrellevo mi condición... Es gracias a la convicción y al segundosecreto: La autosatisfacción. Aprendi a masturbarme a los trece años... la mitad de mi vida. Desde los trece años no dejo de practicarla. Cómo me masturbo?... Compartire con ustedes este secreto. Me masturbo cuando estoy solo en casa (Vivo aun con mi familia)... o me masturbo bien tarde en la noche. Inicio desnudadome de ropas y despojandome de mis inhibiciones. Una vez desnudo me acaricio la cabeza... el cabello, la piel de la cara, las cejas, los ojos, los labios, el cuello, los hombros, los brazos, el pecho... alli juego un buen rato con mis vellos (soy muy velludo), con mis tetillas las cuales pellizco y me detengo en el corazón... escucho como late de ansiedad y excitación. Bajo al abdomen... lo acaricio con amor, el ombligo y la pelvis. Desciendo al pubis... lo acaricio, juego con los vellos. Comienzo a jugar con mis testículos... Es entonces cuando siento la sangre hervir, efervescencia en cada una de las arterias y las venas de mi cuerpo... es la testosterona que ha liberado mis testes. Desciendo aun más y acaricio mis muslos... Oh!!! Asciendo y comienzo a estimular mi perineo... Subo y empiezo a jugar con mis huevos con el derecho... con el izquierdo... con los dos a la misma vez... Empiezo a estimular mi falo en específico mi frenillo... Ah!!! Formando un cilindro con mis manos, tomo mi pené que esta erecto (16 centímetros) y empiezo a autosatisfacerme... Arriba... Abajo... Me masturbo soñando con mi primer encuentro sexual con esa mujer que vi en la calle... con esa compañera que se sienta delante de mi en clases... con otra compañera que trabaja en la oficina del departamento del piso de arriba de la Empresa... con Barbara Mori, con Britney, con Shakira... Con cualquiera después que sea una hembra! Qué paja tan deliciosa!!! Mi respiración se agita... Se convierte en gemidos... Se convierte en suspiros y es entonces cuando mis entrañas no aguantan mas el celibato y la estimulación, y se libera con un estremecedor orgasmo una caliente, espesa, húmeda, jugosa, perlada y vigorosa eyaculación. Una vez terminada la masturbación, me siento desahogado en la cama húmeda por el sudor, con una gran sensación de liberación y satisfacción.

sábado, 14 de mayo de 2011

LA EMPLEADA DEL HOGAR

Tengo 46 años, casado, 3 hijos. Mi esposa acaba de cumplir 51. Cumplimos 21 años de casado hace 2 meses. Aun recuerdo cuando mi padre me aconsejaba que no me casara. Que mi esposa seria mayor y me traería problemas. En aquel momento… como todo joven, no lo entendí y no comprendía que quería decirme.

Debo aclarar que mi esposa es una mujer ejemplar EN TODO. Trabajadora, honesta, sincera, en fin, todas las cualidades, pero… sexualmente… ahí falla. Para colmos, Yo soy todo lo contrario, o mejor dicho, siempre fui lo contrario, si por mí fuera, me lo pasaría cogiendo la mayor cantidad de veces posibles por día.

Me encanta chupar la concha!! ah!! si!!! Como me gusta!! ese clítoris bien durito… mmmmmmmm chuparlo, lamerlo… acariciarlo,,, mmmm que hermoso!!

Ya se me pone dura… de solo pensarlo, de solo relatarlo en estas líneas.

Ahora bien, resulta que de todo esto, a mi esposa, NO le gusta nada. Hacemos el amor una vez por semana y de forma convencional y mas común. Y ahí termina todo. Intentamos si, alguna que otra vez cambiar… pero siempre caemos en lo mismo, a ella… no le gusta, no le interesa.

Bien, al principio de casados, intente las mil y una formas, pensando que cambiaria, que mas adelante le va a gustar… pero lamentablemente, no resulto. Ya a los 3 o 4 años empecé con las benditas pajas, incluso me masturbaba acostado con ella durmiendo al lado. Roncaba y roncaba y yo con mi mano derecha sobre el falo, dale que te dale. Ufff, si me habré pajeado!!! Con el correr del tiempo, ya me di cuenta que acostarme junto con ella No servia para nada, así que empecé a quedarme levantado por las noches y a pajearme mirando películas pornos. !que hermosas pajas! Tanto fue así, que me di cuenta que me encanta pajearme mirando películas, y si hago un balance, hasta diría que me gusta mas pajearme que cogerme mi mujer. Una de mis fantasías sexuales fue y es, justamente, pajearnos mutuamente con mi pareja (hoy, sea cualquiera la mujer que este conmigo) mi sueño es pajearme delante de cualquier mujer mientras ella también se masturbe. Ufff …!! de imaginarlo siento un hormigueo en el estomago.

Bueno, todo esto fue a modo de presentación. Resulta que hace apenas unos 6 meses, mi esposa contrato una joven de 23 años para que ayude en los quehaceres domésticos. como ya dije al principio, ella realmente trabaja mucho. Su horario de trabajo es de 7 Am a 15 Pm, mi horario es de 9 Am a 13hs y a la tarde no es tan riguroso mi horario. A la joven se le pidió que venga a casa de 8,30 AM a 12,30hs.

Bien, así transcurrió un mes, la empleada, mas bien bajita, pero muyyy bien de todos lados!!. Una mañana, no escuche cuando ella llego, ya que normalmente entraba lo mas silenciosa posible para no despertarme a mi justamente. Repito, yo no la escuche, pensé que no vendría ese día, me desperté y como siempre, muy caliente, pensé ,mejor que no haya venido así me pajeo a gusto, con mi palo duro, así que, decidí pajearme tranquilamente antes de ir a trabajar. Saque por el costado del calzoncillo mi palito y comencé con el sube y baja. Quería acabar rápido ya que tenia que ducharme aun para ir a trabajar .Ya tenia la cabecita bastante hinchada y roja cuando escuche como un suspiro en la puerta del dormitorio. Me quede como paralizado, pensando y en el acto comprendí. Ella había venido y por lo visto me estaba espiando por la puerta semi abierta. Mire para el frente de la cama que esta el espejo y efectivamente, a través de El vi que había una persona, si bien no podía verle la cara, pero si, que había alguien allí. Al principio sentí como vergüenza de ser descubierto, a los 46 todavía pajeandome!! pero al notar que no se retiraba de la puerta,(quería decir que le gustaba lo que estaba viendo) entonces retome la actividad, lentamente y cada vez mas ligero, esa personita seguía parada allí no se iba y eso me calentó mas, detuve de golpe todos mis movimientos y jadeos y ahí si pude notar también unos jadeos bastantes intensos desde la puerta. Hice como que no me di cuenta y ahora si, acelere el ritmo y saltoooo la lechita ajjjjj!! que bello!! mientras dejaba caer las ultimas gotitas escuche clarito la puerta del dormitorio continuo que se abría. Era ella que se había ido. (Supongo que debe haber acabado también o sino se debe haber dado después sola una vez que me fui al trabajo).

Desde ya, anduve todo el día, con lo vivido en la cabeza. Entonces me dije, planifica la segunda paja para ella. Espere ansioso que llegara el lunes, y nuevamente sucedió lo del viernes. Ella entro muy despacito (pero esta vez pude escuchar sus pasos muy sigilosamente) y tal cual me lo suponía, se dirigió en el acto a mi dormitorio. Yo había dejado como la vez anterior, apenas abierta la puerta. Cuando note su presencia entonces comencé. Tirando el calzoncillo a un costado de la cama y abriendo bien mis piernas empecé con el sube y baja, muy lentamente, observando como la cabecita empezaba cada vez mas roja y cada vez mas grande. Sintiendo cada palpitación de mi pija, sintiendo como iba cada vez engrosando y endureciéndose mas. Mojaba mis dedos con un poco de saliva y esa saliva la depositaba suave sobre el borde del glande para que el sube y baja sea mas placentero. Con mi mano izquierda acariciaba mis bolas, también suave, lentamente. Movía mis caderas hacia arriba y abajo como como si realmente estuviera metiéndola en una conchita…suave… jugosa y dale y dale. Mi pija largo por si sola una gotitas de flujo… de lubricación natural, ahí, apretando la cabecita bien roja le di unos tironcitos haciendo un anillo con los dedos índice y pulgar formando un aro. Ufffff !! que paja!!! Que hermoso!! y suspendía los movimientos, prolongando ese momento, no quería acabar aun, respiraba cada vez mas fuerte, mas intenso y otra vez, sube y baja y suspender cuando sentía que me venia, con mi mano izquierda me apretaba bien la base casi hasta el dolor para no acabar. Que placer!! la cabeza ya era un rojo fuerte casi púrpura, parecía que iba reventar, no daba mas, mis caderas seguían subiendo y bajando también, junto con la derecha uuuufff!! entre mis gemidos y la cama era un ruido infernal, entonces cuando ya no di mas hable en voz alta, pero como si estuviera solo, MAMITAAA!! QUE ME VIENE… MAMITA QUE YYYAAA ACABOOO!! DALEEEEE MOVETE… QUE ME VIENEEEE!!! Y zasssss que acabada… por favor! Me quede unos minutos así, panza arriba viendo salir el ultimo chorrito de semen y caer sobre mis bolas, mis movimientos de la mano ya eran suaves y entonces recién escuche otra vez la puerta de habitación de al lado quería decir que mi amiguita No se había perdido ningún detalle.

Ahora a pasado ser una practica casi normal. Creo que por lo menos somos 3 las personas bien satisfechas; 1 (una) mi mujer, ya que desde entonces no la molesto para cojer (tengo una forma de descarga genial). 2 (dos) yo, aunque no he podido lograr mi fantasía y 3 (tres) la empleada, porque estoy seguro que ella también se debe echar unas acabadas bárbaras.