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martes, 3 de agosto de 2010

Viva la soledad

La soledad no debe ser vista como algo melancólico ni aburrido, a menos que no se tenga la imaginación suficiente como para pasar el rato a gusto. Soy un chavo de 22 años, estudiante, alto como 1.82, delgado, apiñonado, ojos claros. Ahora les voy a contar una experiencia que hice suceder en un rato de soledad:

Es la una de la tarde y acabo de llegar a casa después de una larga mañana de estudios en la universidad. El día era muy caluroso, poco faltaba para que la temperatura llegara a los 40 grados centígrados. De cualquier forma era la hora de descansar, por lo que estaba dispuesto a hacerlo sin importar el calor que se sentía aun dentro de la casa.

Al abrir la puerta me encontré con una nota que decía que mis padres llegaban hasta la noche, pues salieron de la ciudad, eso fue una buena noticia, la casa estaba sola para mí, así que decidí hacer lo que hacía mucho no podía: ver una película porno.

Después de tomar un ligero refrigerio, puse la película y me recosté en un sofá; para eso me había desnudado totalmente, para estar cómodo, además tenía la ropa un poco sudada por el calor que se hacía sentir.

El estar desnudo en la casa me hacía sentir libre, me gustaba la sensación de que me vieran por la ventana en bolas, ya que se encuentra el peligro de que los vecinos de enfrente puedan verme, e incluso alguien que pase por la calle y que voltee a ver el segundo piso.

Me gusta sentir mi verga totalmente libre y semirrecta moviéndose rítmicamente al caminar, y sentir el aire que pasaba suavemente entre mi vello púbico y que refresca mis testículos.

Volviendo al tema de la porno, me puse cómodo y me dedique a ver una hora de puro sexo salvaje. Mi verga estaba totalmente dura y las venas que recorren todo lo largo de mis 17 centímetros (no es muy largo después de todo, pero que bien trabaja...) sobresalían y el glande se tornaba de un rojo brillante conforme me lo acariciaba con saliva. Era un hecho, estaba totalmente excitado y dispuesto a seguir disfrutando de mi soledad.

Al terminar la película, tomé un vaso con hielos, fui a mi cuarto y moví la cama hasta que ésta quedara frente a un espejo, me recosté en la cama de manera que me pudiera ver en el espejo y comencé a disfrutar la sesión. El calor se hacía sentir cada vez más y yo estaba completamente sudado, la luz del sol que se reflejaba desde la ventana del cuarto tocaba mi cuerpo, el cual daba la sensación de que brillaba, mi pelo en pecho parecía que se embarraba cuando me tocaba.. Mi falo también parecía brillar.

Me tocaba todo el cuerpo, trataba de no enfocarme solamente en mi aparato; quería que mi cuerpo entero sintiera mis manos. Iba desde mi cabeza, sentir mi manzana de adán, lo rasposo de mi barbilla y debajo de ella. Bajaba a mis hombros y de ahí lentamente al pecho, sintiendo su forma, textura, pellizcando y acariciando mis oscuros pezones que comenzaban a quedar rígidos. Entonces tomé un hielo del vaso que había conseguido y con él repasé mi pecho, mis pezones se tornaban más duros. Era una rica sensación, con un hielo en cada mano frotaba mi pecho y mi costado, las gotas frías rodaban por mi costado. Mi respiración se hacía mas lenta y profunda.

Poco a poco fui bajando al abdomen, sintiendo los músculos con una mano, y con la otra frotando el caminito de vellos por arriba del ombligo y que bajaba hasta mi aparato. Dejaba el hielo, ya muy pequeño, en mi ombligo y me dispuse a llegar hasta la ingle. Comencé a subir por mi verga totalmente tiesa como una piedra hasta sobar con las puntas de mis dedos el glande y el frenillo. Con el pulgar daba vueltas a mi frenillo, resbalaba suavemente sobre este mientras sentía pequeños espasmos que placer. Mi glande se enrojecía cada vez mas. Con la otra mano acariciaba y sentía la forma y textura de mis pelotas, entre mis dedos me pasaba los testículos, mis manos quedaron impregnadas de un olor peculiar que me excitaba aun más. Doblaba las rodillas hasta tocar con mis talones a mis testículos, sensación rara pero a la vez agradable.

Mi respiración era aun más profunda....... aaaaaahhhhhh...... gemía, poco a poco iba subiendo el volumen de mis gemidos.

Aun más abajo, llegué a sentir mis nalgas, recorriéndolas todas con mi mano derecha, mientras que la izquierda se centraba en mi verga, la jalaba primero suave, después subía el ritmo y después me detenía, sentía cada centímetro de mi verga en mi mano, lo movía a la derecha y a la izquierda, primero con una mano, luego con las dos, una debajo de otra, jugaba con el prepucio, lo deslizaba poco a poco, sintiendo la lubricación y un ligero ardor que me gustaba, me estiraba y hacía que la verga quedara en la cumbre de todo mi cuerpo. Era excitante.

Decidí llegar más lejos y profundo. Comencé a acariciar mi culo, sentía los pliegues de la piel y el éxtasis. Tomé un poco de crema y comencé a jugar con el orto, lo masajeaba y metía la punta de mi dedo medio, hasta llegar más y más profundo...... aaaaaaahhhhhhhh...... seguía gimiendo. El éxtasis era demasiado que decidí ir aun más lejos, tomé otro hielo y lo froté en mi culo, y cuando el hielo estaba suficientemente liso y lo empujaba...... aaaaaaahhhhh.... sensación indescriptible, ese frió que penetraba me ponía a mil. Sentía como ese pedacito de hielo se derretía ahí mismo, y el agua resbalaba por mi culo hasta desaparecer debajo de mi.

Me enderezaba y veía mi rostro y mi cuerpo gozando en el espejo, desde ahí podía ver cada detalle de mis maniobras. Me veía ahí recostado, agarrándome la verga, mis venas de los brazos y de mi falo se sobresaltaban, me podía ver todo mi culo, mis huevos colgando y meneándose al ritmo de cada jalada, primero muy rápido, después lento. Mi mano sobaba la verga de arriba abajo, mi pulgar llegaba a tocar la punta, la cual sentía que vibraba con cada movimiento.

Con la mano izquierda seguía jugando con mi culo, mientras que con la derecha me jalaba la verga, la apachurraba, sentía el calor de mi mano. Como me gustaría gravar las escenas que yo solo podía ver en el espejo, o una jalada mutua... ni hablar, ya era tarde.

Un ligero ardor que se fue haciendo cada vez más intenso surgió en la cumbre de mi verga, estaba a punto de correrme. La piel se me puso de gallina, mi escroto y mis bolas se tensaban, mis tetillas se encogieron y mis ojos brillaron aun más...... aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh...... frotaba mis pies contra mis piernas, mis manos seguían jugando con mi verga, huevos y culo. El orgasmo se sentía llegar. La temperatura aumenta, los dedos de los pies se estiran.

Las jaladas se fueron haciendo cada vez más violentas, se oía un "zaz zaz zaz" cada vez que yo golpeaba mi verga con mi abdomen. Con cada golpe, parecía que la verga quedaba marcada en mi abdomen, se enrojecía pero disfrutaba cada golpe.

Ya no podía más.... estiré mi cuerpo y...

.....aaaaaaaaaaaaaaaa aaaahhhhhhh hhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!, siiiii......

Una serie de gemidos invadieron el cuarto. Salía el primer lecherazo que calló en medio de mi pecho.... aaaaaaaaahhhhhhhhhhh.......

Salía leche a borbotones que aventaba por todo mi torso; apretaba mi mano contra mi verga, con la otra mano ponía el dedo en medio de mis huevos, haciendo presión, algunas gotas llegaron a mi cara, sentía caliente en lugar en donde las gotas caían, era leche hirviendo..... uuuuufffffffffffff...... se sentía delicioso, ese ardor que recorría cada centímetro de mi verga.

No dejaba de aventar leche, estaba todo embarrado.... aaaaaaaaaaaaahhhhhh.... el semen se filtraba entre mis pelos, quedando totalmente húmedos y pegados unos con otros.

Mi mano totalmente embarrada la acerqué a la cara, la olí y le di un lengüetazo, percibiendo un sabor medio salado, sintiendo la viscosidad expandiéndose por toda mi boca. Mientras tanto, con las manos, embarraba las gotas de leche por todo mi cuerpo, sintiendo mis músculos, embarrando todo mi abdomen, mis pelos, mis pezones se sentían duros, humedeciendo todo lo que podía tocar.

Terminé agotado, totalmente sudado, embarrado y muy relajado, me quedé recostado pensando en el éxtasis que acababa de experimentar, hasta quedar dormido profundamente, encerrado en mi cuarto, solo en mi casa, sin que nadie pudiera imaginar la diversión que puede existir en la soledad.

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