Hace poco más de dos semanas me
encontraba solo en casa, eran alrededor de las 4 de la tarde y había calor,
obvio me entraron esas ganas de darme una buena jalada, me fui a mi cuarto y me
desnudé y tome un poco de aceite para bebe del cuarto de mis padres. Solo hubo
un detalle que omití, por lo caliente que andaba al momento de irme desnudando
camino a mi cuarto, olvide cerrar la pequeña puerta del patio trasero donde
estaba mi perrita, una pequeña chihuahua, llegué a mi cama, me tumbé boca
arriba y comencé a jalarme la verga, la masturbada no pintaba a más que un
simple desahogo de calentura, así que duré jalándomela alrededor de unos 10
minutos, al momento de casi correrme comencé con unos cuantos gemidos así que
en la posición en la que estaba doble mis rodillas, levantando mi cadera un
poco haciendo un poco de flexión con mis piernas, la cosa ya estaba a nada de
explotar pues mis jaladas ya eran violentas cuando de pronto... sentí algo
húmedo refrescando mis huevos, esa intromisión más que sorpresiva fue
placentera, moví un poco las piernas para ver de qué se trataba y vi a mi
perrita lamiendo (creo por curiosidad mis huevos), esas lamidas aunque pequeñas
eran deliciosas, la dejé seguir con lo suyo, tomé una almohada para ponerla en
mi espalda para estar más cómodo, mientras la hembra seguía con su trabajo, de
primero solo lamía mis huevos, de a poco le fui acercando mi verga y al primer
lengüetazo que recibió la cabeza de mi pene me sacó un suspiro, que pronto casi
se convertirían en gemidos de placer pues al parecer a la perrita le gustaba el
sabor de mi chorizo ya que siguió con las lamidas durante un buen tiempo, expandiendo
su lengua por todo mi tronco. Lo más rico era cuando su leguita se concentraba
abajito de la cabeza de mi verga, esas lamidas eran la gloria para mí, de no
ser por la almohada bajo mi cadera yo ya habría flaqueado minutos antes, de
pronto la desgraciada mordió los huevos y no crean que el gemido que solté fue
de dolor, eso en verdad me hizo gritar de placer... luego bajo un poco más y de
pronto su lengua le daba unas cuantas lamidas tímidas a mi ano y era riquísimo!
Francamente cada lamida que me daba era la gloria para mí... y de vez en cuando
mordía mis huevos y ese dolor me hacía gemir! Llegué al punto otra vez de
morder la sabana de mi cama para apaciguar los gemidos, los bramidos y los
gritos de placer que mi perrita me arrancaba, sinceramente perdí la noción del
tiempo (al final me di cuenta que fue poco más de media hora lo que duro ese
bestial oral) hasta que mi verga se convirtió en una fuente de semen ya que
cuando me llego el orgasmo, aparte de soltar gritos de placer también solté
increíbles chorros de esperma que salían a presión de mi pene... justo cuando
pensaba que eso había terminado, mi perra comenzó a limpiarme las manchas de
semen de mi verga y aparte darle otra repasada a la cabeza de mi verga hasta
dejarla completamente seca... al terminar su labor sin más ni más se fue dejándome
tirado en la cama con las piernas temblando y honestamente en el paraíso al
haber deslechado tan rico.
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