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martes, 24 de marzo de 2015

Aprendiendo a masturbarme con mi amigo

A veces decía que hiciéramos juegos de resistencia consistían en acostarnos un turno boca arriba y otro boca abajo, en lo que uno estaba acostado el otro tenía que rodar sobre el piso y pasar sobre uno, pero la resistencia consistía en tomar tiempo y saber cuánto aguantábamos el peso arriba de uno. Cuando estaba yo boca abajo él rodaba y siempre se detenía arriba de mí arrimando su verga contra mi culo, podía sentir su erección pero no le daba importancia, luego me daba un poco de nervios por tenerlo así y le decía que ya no podía su peso, entonces el seguía girando y seguía mi turno, yo siempre me ponía arriba de él cara a cara y platicábamos chistes. Empecé a notar que después de jugar se metía al baño, siempre pasaba lo mismo y a mí me daba curiosidad, un día corrí a abrir la puerta. Él no esperaba que hiciera eso cuando abrí la puerta lo miré con el pantalón a media pierna e igual el calzón, su verga dura y muy peluda. Se estaba masturbando aunque a esa edad yo no sabía eso. Me explicó de que se trataba, era obvio que yo no tenía ni puta idea de lo que me hablaba, había visto un par de pornos, había tenido miles de erecciones, me había tocado la verga muy dura pero jamás me había masturbado, menos eyaculado. Él no tuvo problema alguno en que lo viera desnudo, menos masturbándose, era lo que le excitaba. Y ahí estábamos los dos frente a frente, me dio una leve introducción de lo que era masturbarse, de lo que eran los mecos, de todo, era un chico tan experimentado que por eso ni necesitaba jugar basketball o tener amigos para divertirse, todo para él era sexo. Yo era más alto que los demás, blanco, castaño claro, muy delgado y lampiño pero con la verga grande. Me dijo que me enseñaría a masturbarme pero que no debía contarle a nadie y que me enseñaría mucho más cosas. Fue a ver que todos estuvieran durmiendo, cuando regresó traía un pañuelo. Me vendó los ojos y me pidió que confiara en él. Algo había en mí que no podía resistirme, quería pasar más tiempo con él y experimentar más cosas. Estando vendado de los ojos se paró detrás de mí, me abrazó y comencé a sentir su respiración en mi oído, su bulto sobre mí, luego pasó al frente y me quitó la camisa. Empezó a tocarme el pecho y con sus manos rasposas me acariciaba la cintura, medía mi circunferencia, me olía y también acariciaba mi cabello, yo estaba excitándome al sentir sus manos sobre mí, cuando bajó mi short mi verga parecía atrapada en mi trusa. Vendado no era fácil y menos con los jeans abajo pero él me ayudó, él también había bajado sus jeans, luego puso su mano en mi verga y comenzó a masturbarme lentamente, agarraba mi verga suave sin estrujarla demasiado y me la jalaba hacía adelante y hacia atrás, estaba lubricando. Después escupió sobre mi verga, estando vendado sólo escuché el sonido y sentí esa saliva caliente en mi verga, él me acariciaba con una mano la verga y con la otra los huevos, jalaba mi escroto, yo deseaba pararme pero él no me dejaba tampoco que me quitara la venda, luego me pidió que yo mismo lo hiciera entonces comencé a masturbarme con mi mamo izquierda y agarrado de la mano derecha con la mano de él, con su otra mano acariciaba mis piernas, abdomen, pecho y cuello. Sentía que la sangre me hervía, la respiración agitada, luego me soltó de la mano y comenzó a masturbarse, un par de veces juntó su verga con la mía y el líquido preseminal de ambos se mezclaba. Me preguntó si sentía que ya me iban a salir los mecos. Como vio que no tenía claro si ya casi o no, decidió volver a masturbarme, esta vez con más saliva y mucho más rápido, ahora sí sentía mis huevos bien elevados y algo que me recorría desde ellos a través de mi verga, como si fuera a explotar algo dentro de mí, era un placer muy grande e intenso. Él sabía que ya me iba a vaciar, que iba a eyacular por primera vez y continuó dándole más duro a mi verga, las piernas me temblaban, lo tomé de la mano y se la quité la mano de mi verga. Me puse de pie, él insistía en que siguiera, se puso detrás de mí y puso su verga entre mis piernas, sentía su punta rozándome los huevos, me agarró con una mano bien apretado contra mi cuerpo y con la otra me la jalaba, me daba besos en el cuello y me mordía la oreja, yo le acariciaba sus nalgas, cuando sentía que ya me iba a vaciar me quité la venda de los ojos, deje de acariciarlo, me vi la verga durísima, las venas se me notaban demasiado, los huevos estaban duros y elevados a punto de eyacular y de pronto no podía más, lo agarré de los brazos, cerré los ojos y deje salir mis mecos por primera vez mientras él le seguía dando duro a mi verga con su mano, podía sentir a presión la salida de cada chijete, parecía que hasta el alma se me iba a salir y no podía dejar de gemir. Cuando abrí los ojos mis mecos habían llegado hasta la puerta del baño y había muchos tirados en el piso también y aún así mi verga tenía mecos también al igual que su mano, nuestros cuerpos sudaban, de pronto se puso frente a mí, agarro mi mano y me la puso en su pecho, yo comencé a acariciárselo mientras él se masturbaba y de pronto soltó también sus mecos. Me sacudió la verga, me la limpió con su mano y me subió el pantalón, luego hizo lo mismo con él y al final se limpió sus manos en sus jeans. La excitación ya se me había pasado, ahora sólo tenía un sentimiento de culpa, estaba sudado y quería irme a casa a descansar. Llegué a la casa, me bañé, cené y esa noche no pude dormir, no sólo de pensar en lo que había hecho con mi amigo sino también de las tremendas ganas que tenía por seguirme masturbando.

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