Me llamo Juan Carlos mi primera
masturbación fue con un amigo un año mayor que yo. Todo empezó un día en que mi
amigo y vecino José me enseñó una revista porno, yo nunca había visto ninguna y
me quede todo sorprendido al ver todos aquellos cuerpos desnudos frotándose.
Sabia lo que era el sexo, pero lo único sexual que había ocurrido en mi vida
era haber enseñado la poya a unos compañeros del colegio en el lavabo a la hora
del recreo. José se rió al ver mi expresión de curiosidad y me explicó que
conseguía las revistas robándolas a un quiosquero que tenia problemas de oído,
el le pedía unos caramelos y al darse la vuelta cogía alguna revista, aunque
hacia ruido al cogerla, el hombre no se enteraba y mi amigo se la guardaba en
la mochila. La primera revista que me enseño no la olvidaré nunca, pues me dejo
totalmente alucinado. Era un especial de sexo con embarazadas. En ella se podían
ver embarazadas de diferentes razas, las había negras, mulatas, asiáticas,
latinas y europeas del norte muy blancas y rubias. Todas estaban en poses obscenas,
a cuatro patas, enseñando bien su cola, en cuclillas, tumbadas de lado y bien
abiertas de piernas dejando ver bien toda su almeja, diferente en tamaño y
color, dependiendo de la raza. Es obvio que cada chica tiene un coño diferente,
pero yo era joven y pensaba que todos los coños eran iguales. Al ver por
primera vez esos coños abiertos con sus labios gruesos y oscuros en las chicas
negras y rosaditos en las de piel blanca, me quede sorprendido de que fueran
así. Las chicas se masturbaban con los dedos o con consoladores. Tenían que
estar ya a punto de parir pues las barrigas eran enormes y me parecía que de
aquellos coños iba a salir un bebe en cualquier momento. Algunas de las mujeres
eran penetradas hasta el fondo, tanto por la almeja como por el culo, por
hombres que tenían unas poyas enormes comparándolas con la mía. Todo aquello
más que excitarme me dejo perplejo. José con una sonrisa en su cara me dijo que
se pegaba pajas y que si quería pajearme con él, usando las revistas. Yo con
vergüenza le dije que nunca me había masturbado y el se rió respondiendo que ya
se lo imaginaba. El era un año mayor que yo y hacia solo dos meses que se
pajeaba. Me dijo que fuera haciendo lo mismo que él en cada momento. Empezó por
bajarse los pantalones y luego los calzoncillos. Se notaba que era más maduro
ya que tenia mucho mas bello en el pubis y en los huevos, yo solo tenía un
poquito de pelo rubio en mi pubis ya que solo hacia una semana que me habían
salido mis primeros pelos. José a medida que se iba acariciando el pene, este
se le iba haciendo cada vez más grande y grueso, yo empecé también a tocarme
como el lo hacia. Me movía la piel del pene en un movimiento rítmico sacando y
metiendo el capuchón de piel que tapaba mi glande, al mismo tiempo que con mi
mano izquierda me acariciaba los huevos. Mi miembro también empezó a hincharse
y mis huevos empezaron a ponerse cada vez más duros. José, cada vez estaba más
excitado y tenía la polla enorme, se le marcaban las venas y el capullo lo
tenía de un color rojo oscuro, de la punta le empezaban a salir unas gotitas de
un liquido transparente he iban bajando por su rabo, el me dijo que era un poco
de liquido que salía normalmente antes de correrse. Mi miembro era mucho más
pequeño que el suyo, en consonancia con mi cuerpo pequeñito y delgado. Yo
también estaba cada vez más excitado y tenia la poya como nunca la había tenido
en mi vida, estaba muy hinchada y los huevos empezaban a dolerme un poco.
También empezó a salirme líquido del rabo que me ayudo a lubricar mis caricias.
Los dos cada vez empezamos a tocarnos con más violencia, mirando la foto de una
chica rubita muy mona, estaba sentada en el suelo y tenia bien abiertas las
piernas para que se le viera el coño rosa que tenía. Me imaginaba que se la
estaba metiendo hasta el fondo. Llevábamos más o menos veinte minutos y José ya
no aguanto más, empezó a gemir y a mover las caderas con fuerza, yo pare de
pajearme y me puse a mirar como el empezó ha correrse, le salieron unos chorros
de semen abundantes, fueros unos cinco chorros, cada vez que sacudía con fuerza
sus caderas le salía un chorro. Al final cayo de rodillas al suelo y se quedo
un rato quieto respirando con fuerza. Había dejado la revista llena de su
leche. Yo me asuste un poco y le dije que no me apetecía continuar, que parecía
doloroso. El me dijo que no fuera tonto, que era muy placentero y que lo
acabase, que si no el dolor de huevos no se me pasaría. Mientras el limpiaba la
corrida que había descargado en la revista, me dio otra en la que había unas
chicas jóvenes tendrían unos 18 años, posaban desnudas en medio de un bosque,
me gusto mucho una foto en la que una de ellas estaba apoyada a un árbol, tenía
unos pechos preciosos, con los pezones tiesos y de color marrón. Le salían un
poco por fuera los labios de su coño, también marrones y el bello del pubis era
de un color negro intenso. Me puse de nuevo a pajearme, concentrándome en aquel
cuerpo tan bonito que veía, lo deseaba con fuerza, quería acariciarla, besarla
y poder meterle mi poya hasta el fondo de ese coñito que tanto deseaba, estaba
excitadísimo. Empecé a tener un dolor de huevos insoportable que me hizo
sacudir con más fuerza mi polla, deseaba correrme y acabar con aquella
sensación tan confusa de placer y dolor al mismo tiempo. Al final llego el
momento del éxtasis, me vino un mareo, me temblaban las piernas y empecé a
echar chorros de semen, los lanzaba con tanta fuerza que los dos primeros
chorros pasaron por encima de la revista y fueron a parar a la pared. Luego me
salieron varios chorros mas, menos potentes que cayeron encima de la foto,
llenándola con mi semen blanco y espeso. Luego me deje caer al suelo, puesto
que las piernas me flaqueaban y me quede allí un rato recuperándome, respirando
de forma rápida como si hubiese corrido una maratón.
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