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martes, 27 de julio de 2010

Una paja memorable

La paja que mas recuerdo, y cuente que soy un masturbador vicioso desde los 12 años y tengo mas de 50…, fue quizás la mas pura y simple. Me explico.

Tenía unos 25 años y terminaba mis estudios en la universidad. Estaba haciendo la última práctica de vacaciones, en un lugar muy rural en las afueras de la capital, llevábamos mas de una semana acampados y desde ahí salíamos todos los días a distintas zona a tomar muestras de suelos. Eramos un grupo de unas 6 u 8 personas pero cada uno debía cubrir en solitario los distintos sectores de muestreo.

Aunque estaba casado hacia un año, yo ya era un pajero vicioso, de a lo menos una masturbada diaria, y esa semana o más en el campamento no había podido disfrutar de mi mayor placer. Compartíamos las carpas de a tres personas y el baño era “tras los matorrales”.

Un día soleado y fresco, muy grato, termine mi trabajo de muestreo a medio día y debía en vez de volver al campamento me tire en el pasto bajo unos árboles a gozar del ocio en medio de la naturaleza. En eso, divise muy a lo lejos una pequeña casita de campesinos entre una arboleda, y a una mujer lavando en una batea fuera de la casa. Mire con los binoculares y vi que era una señora para nada excitante…, pero vestía un vestido sin mangas y mas bien corto, pude ver la desnudez de sus hombros y brazos y sus piernas poco mas arriba de las rodillas, nada mas…, pero eso bastó para que se me encendieran las ganas acumuladas por los días de privación y sentí la erección en mi verga acompañada de ese típico calorcillo de la calentura imprevista.

Mire a mi alrededor y no se veía a nadie ni nada cerca, desde la casita aquella tampoco podían verme, me sentí en total soledad, libre y solo, así que deje los binoculares y acomode mi chaqueta en el pasto formando un mullido cojín, y me baje los pantalones y el slip. Mi verga estaba erecta como nunca, me senté placidamente e inicie la deliciosa masturbación…, estaba tan excitado que debí frenarme un par de veces para no eyacular tan pronto y prolongar el placer al máximo. Estuve así largo rato, sintiendo el roce de mi mano en mi verga y a la vez mi dura verga en mi mano, no mire a la señora que lavaba, no imagine ninguna escena sexual, simplemente goce y goce del placer puramente físico de la masturbación…, al final llegue al clímax de manera incontrolable, el chorro de semen cayo en dos o tres chijetes al pasto, mientras gozaba ese instante me di el lujo de dar unos grititos en medio del campo…, luego me tire hacia atrás sobre la frescura del pasto y que quede placidamente quieto, quizás hasta dormite un poco, relajado y feliz.

Es posible que no se entienda mucho lo que hace memorable para mí esta paja a campo traviesa, pero creo que se debe a que lo usual era que me masturbara mirando fotos pornográficas o de revistas para hombres, o a veces como voyeur viendo a mi esposa u otras mujeres vecinas. O si no podía mirar necesitaba imaginar escenas eróticas o situaciones ya vividas. Esta vez, no recurrí a nada de eso, fue simplemente una paja física, una masturbación natural en medio de la naturaleza.

2 comentarios:

  1. Una vez en Chile me hice una memorable paja en la habitación del hotel, desperté de la siesta con una linda erección, comencé a tocarme por todo el cuerpo y a acariciarme la pija para seguir con la masturbación propiamente dicha, dos o tres de mis dedos con vaselina entraron en mi dilatado ano y lancé un largo chorro de leche que cayó en mi pecho y cara que con mi mano llevé a mi boca cuando solté el siguiente chorro de semen bien caliente, quedé exausto

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  2. Después de estar fuera de casa por mas de un mes esa noche en el dormitorio con mi mujer le comentaba lo caliente que a veces me ponía al recordarla que a ella también le encanta masturbarse y para lo cual me dijo: mira, así lo hacía, se colocó en la punta de la cama abrió sus piernas y comenzó a acariciarse la concha que pronto se puso toda húmeda, la otra mano la pasaba por el erecto pezón y su lengua recorría sus labios, me coloqué en la otra punta de la cama y pasaba mi mano por toda la pija, los testículos y mi colita, mientras le decía que mi chorro de semen la iba a alcanzar en esa esquina, siguió masturbándose y me pidió que me acercara y le chupara la concha pues estaba a punto de acabar, cosa que hice y tomándola por las nalgas e introduciendo mi dedo en su ano sentí que su cuerpo se curvaba y tomándome de la cabeza lanzó un profundo gemido, casi un grito, y sentí en mi lengua y boca que su flujo aumentó y tragué sus jugos, por su puesto no dí mas, me corrí hacia atrás y en dos o tres sacudidas a mi erecta pija la llené de leche, su cara, sus tetas, su estómago y su vagina, recogí algo del semen con mi lengua y lo compartimos en un beso tragando un poco cada uno.

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