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viernes, 30 de julio de 2010

En un prado entre horas de clase

Este es el primer relato que escribo en mi vida, llevo mucho tiempo leyéndolos pero hasta hoy no me he atrevido a intentar realizar el mío propio. Esto relata una de las mejores masturbaciones que he tenido nunca sucedió un día normal de mi vida, no me acuerdo de si tenía 15 o 16 años, por ahí andaba yo. Espero que lo disfrutéis.

Uno de tantos días de mi vida estaba comiendo en el bar de mi instituto, había terminado mi clase de la mañana a las 2:30 y tenía la clase siguiente, la de la tarde a las 4. Este día mientras comía, solo, ya que la mayoría de amigos míos tienen moto para ir a comer en casa o viven cerca del instituto (yo vivo en el otro lado de la ciudad), tenía muchas cosas en la cabeza: nuestro profesor más odiado se iba 15 días fuera y nos dejaba con un sustituta. Esta sustituta era muy buena persona y estábamos muy tristes de saber que se iría al cabo de 15 días, pero no era solo por su simpatía... Era una mujer normal, pero tenía unos pechos muy firmes y redondos realmente. Yo siempre he tenido una obsesión por los pechos de la mujeres, es algo que no puedo (ni quiero) controlar. Y estaba pensando en esas dos bolas que durante quince días vería diariamente de cerca ya que me sentaba en primera fila del aula.

Mientras pensaba y comía, vi por la ventana algo que me llamó la atención una chica, pero, un momento!!! Yo a esa chica la conocía, era una chica que mayor que yo que conocía desde hacía años y hacía mucho tiempo que no veía, y parece que entonces era una de las monitoras para cuidar a los chicos de ESO que también se quedaban a comer. Terminé rápido de comer. Y la fui a saludar, se sorprendió de encontrarme allí y o también. Ella es una persona muy extrovertida y divertida de piel muy morena y los pechos más hermosos que se puede imaginar uno. Una chica a la que (aún espero) poder tener algo con ella algún día... Una de las chicas de mis sueños, vamos...

Estuvimos hablando un buen rato, yo no podía apartar la mirada de sus bultos que guardaba debajo sus brazos cruzados. A las 3 el bar cerraba y se quedaban las monitoras a comer, por lo que me tuve que ir. Tenía una hora libre en la calle, no sabía que hacer así que empecé a andar hacia las afueras de la ciudad, para ir a algún lugar. Caminaba y cinco minutos después las casas empezaron a hacerse escasas. Hasta que en un lado del camino vi un campo de hierba, no me lo pensé dos veces al entrar a él. Había también un gran árbol que hacía mucha sombra me senté porque eran tiempos en que aún duraba el calorcito. Entonces vi algo en el suelo, me acerqué. Y vi que era un envase de preservativo. Al lado vi otro, había unos cuantos. ¡Allí venía una pareja a follar cada noche! No me lo podía creer, acababa de descubrir un "nidito de amor" esto empezó a excitarme un poco. Vi el campo de hierba, eran solo las 3:10h aún tenía mucho tiempo para volver al instituto (que quedaba muy cerca de allí) a las 4:00h así que me tumbé para relajarme y pensar.

Por mi mente empezaron a venir todo tipo de cosas, relacionadas con el instituto, con los nuevos amigos, con los profesores... Me puse a pensar en mi nueva profesora, lo simpática que era y lo buena que estaba y de ahí en la monitora del comedor de los niños de ESO, en total cuatro pechos fantásticos que tendría delante de mí un tiempo, pensaba en ellas dos haciéndome tremendas cubanas, cabalgándome la polla con yo tumbado boca arriba, chupándomela y sorbiéndomela, un montón de cosas...

Noté como se me iba poniendo dura, cada vez más. La verdad es que eran muchas emociones en un solo momento. Entonces dudé un momento, solo un momento, y me la saqué. La tenía totalmente preparada para la acción. Miré a mi alrededor y vi que la hierba alta me cubría por completo: la poca gente que pasara por allí no me vería. Así que empecé a jugar con mi falo, primero solo tocármelo y frotármelo pero después empezé a meneármelo con mi mano derecha. Cada vez se estaba volviendo más duro. Yo seguía dándole fuerte y cada vez aumentaba aquella cosita que tanto me gusta que sentir en la base de mi pene. En mi mente había la imagen de yo y la monitora haciéndolo allí mismo: ella encima de mi, sentada sobre mi con mi falo dentro y saltando y haciendo botar sus inmensos pechos, yo se los chupaba y lamía mientras en mi polla reinaba el placer. Yo me mojaba la mano con saliva para aumentar el gusto y con mis dedos hacia suaves caricias a lo largo de todo el tronco, entonces me lo agarraba fuerte y empezaba a tirar atrás mi piel, y después de nuevo hacia delante cada vez acelerando más el ritmo, haciéndome sentir cada vez más al borde de la locura a la que puede caer uno cuando su cuerpo se compone de placer. Cada vez era más insoportable, me subí la camiseta y empecé a gemir y a gemir, allí no oía nadie así que me atreví a hacerlo en voz alta. Entonces empezaron, esos momentos mágicos antes del orgasmo, en que la lechita aún está retenida pero hace toda la fuerza sobrehumana para salir de allí pero yo no se lo iba a permitir sin lucha, lucharía hasta el final así que lo retuve mucho y mucho tiempo hasta que su fuerza fue mayor entonces me la apreté muy fuerte y bajé el ritmo mis sacudidas de forma descarada, entonces sucedió: pegué un grito de desesperación cuando un rayo de leche salió disparado desde la punta pasándome caliente por todas las tuberías del interior de mi falo. ¡Que maravilla! Era semen ardiente que me brotaba al largo del tubo para salir y caer por fuera del mismo hacia mi barriga ¡Que delicia!

Suspiré durante un rato, y después miré el reloj: 3:40, tenía tiempo de sobra para volver tranquilo. Aquello me había gustado mucho, me sentía muy bien. Entonces fui a mi clase de la tarde muy feliz.

No creo que haga falta decir que la semana siguiente lo repetí!

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